El ministro del Interior, Juan José Santiváñez, se mantiene en la palestra de los medios de comunicación aunque no precisamente por la lucha contra la inseguridad. Tenemos a un representante del Ejecutivo vinculado a audios donde se habla de presiones para desactivar una unidad policial, abrazos y entrega de rosas con la presidenta Dina Boluarte y, para ‘rematar’ la situación, con amenazas de por medio contra los periodistas que difundan las grabaciones del titular del Mininter.
Si a esto le sumamos que en una nueva grabación, el mencionado ministro señalaría que se usó el vehículo presidencial para facilitar la fuga del prófugo Vladimir Cerrón, tendremos a una persona que debería estar con las horas contadas en el Ejecutivo. Sin embargo, todo hace indicar que seguirá, contra viento y marea, por disposición de la mandataria que ya le brindó varias veces un respaldo ciego.
Al igual que Santiváñez, tenemos otros personajes con lamentables declaraciones y/o cuestionamientos en el Ejecutivo. Basta recordar al titular de Desarrollo Agrario, Ángel Manero, con su negativa del hambre en el país, al ministro de Educación, Morgan quero, refiriéndose con mucha ligereza a las violaciones contra niñas Awajún como una “práctica cultural” y a la responsable de Vivienda, Hania Pérez, quien pidió a la población “rezar” para no caer en la corrupción.
Ante este panorama, cabe la pregunta sobre la idoneidad de estas personas al frente de sus respectivos ministerios. ¿Cuál es el mérito que tienen para seguir al frente de sus respectivas carteras? ¿Qué tipo de poder tienen para que no los remuevan a pesar de su evidente negligencia?
La presidenta Dina Boluarte está a tiempo de tomar decisiones fuertes que puedan limpiar en algo la imagen del Ejecutivo. Cada vez se agudizan los escándalos entre sus ministros y parece que el barco se podría hundir antes de tiempo si es que no hay la reacción pertinente.