Mientras la señora presidenta de la república, en escenarios internacionales, cuenta historias imaginarias, pletóricas de ficción, muy diferentes a las que, los ciudadanos del Perú, vivimos a diario; aquí dentro de nuestra patria, se produce un terremoto de 8 grados, tipo cataclismo en el Ministerio Público. Luego de suspender a Delia Espinoza, designan como fiscal interino de la nación a Tomás Gálvez. De otro extremo, el virus de la corrupción prosigue en nuestro país y carcome, incluso las zonas autoprotegidas por el blindaje del que disfrutan, por igual, ministros, congresistas y varios representantes de las entidades que administran “justicia”. ¡Qué bárbaro!
En el Perú tenemos ministros de variopintas layas; unos, buscan la protección de la mandataria, pese a estar denunciados por presuntos delitos que, más temprano que tarde, podrán ser comprobados, como el ministro de Justici y otros, protagonizan capítulos novelescos de narrativa decadente, como el ministro de educación, a quien le fascina las galletas de todos los sabores y, además, resultó ser coleccionista de camisas blancas, adquiridas con dinero de caja chica, es decir, dinero del Estado, para usos personales.
El escritor argentino José Ingenieros, escribió: “La adulación engorda al servil y envenena al digno”. Es cierto, revisemos las declaraciones del ministro de educación y comprobaremos que, cuando se refiere a la Presidenta, le echa flores como jardinero de huerto seco. La adulación resulta tan empalagosa que, hasta a la misma destinataria, esos elogios, le resultarán, probablemente, muy incómodos.
Los congresistas también tienen lo suyo, como Rospigliosi, quien cambia de partido político como si fuese un bailarín de fiesta ajena; porque baila nomás al ritmo de la música que le tocan. Ponderados lectores los invito a revisar sus vaivenes políticos. Fue ministro del interior de Alejandro Toledo, participó en su campaña. Recordemos que Toledo se convirtió en acérrimo enemigo político de Fujimori, Rospigliosi, estuvo junto al “cholo sagrado”, como solía nombrarlo su esposa. ¡Qué fragilidad e inconsistencia de ideales!, ¿no es cierto? Hoy Fernando Rospigliosi es más papista que el papa, es incondicional de Keiko Fujimori; tiene un espantoso fanatismo.
Los congresistas de hoy, deberían leer, por lo menos algunas páginas de la obra “ El hombre mediocre” de José Ingenieros, quizá de esta manera el Poder Legislativo, no se abarrotaría de parlamentarios serviles y domesticados, sino de personajes ilustres que legarían a las nuevas generaciones, menos vanidades y más nobles ejemplos. ¿Qué ganarán con la ambición del poder y del dinero? Parafraseando a José Ingenieros, escribo en esta columna democrática: “ Los únicos bienes intangibles son los que acumulamos en el cerebro y en el corazón, cuando ellos faltan, ningún tesoro los sustituye”.