Como es de conocimiento público, la semana pasada se desarrolló en Arequipa la 37.ª edición de la Convención Minera (Perumin) que, junto con la Exhibición Tecnológica Minera (Extemin), que se realizan de modo paralelo, constituyen el segundo evento más importante del sector minero a nivel mundial. Conocedor de esta realidad, el papa León XIV ha enviado un mensaje a través del Nuncio Apostólico en nuestro país, en el cual expresa «sus cordiales saludos y sus mejores deseos a los organizadores y participantes» en este importante evento, a la vez que, sigue diciendo el mensaje, «confía en que estos días de reflexión cualificada sobre la problemática de la industria minera peruana y las necesidades particulares de los que trabajan en el sector minero, alimenten en todos los participantes un renovado compromiso al servicio de la justicia, la solidaridad, el respeto por el medio ambiente y el bien común». Y, para concluir, «pide al Señor que sostenga con su gracia sus trabajos y les imparte la implorada Bendición Apostólica» (Mensaje, 22.IX.2025).
Este mensaje es histórico, porque es primera vez que un Papa envía un mensaje a una edición de Perumin. Tuve el honor de leerlo antes de hacer la oración inaugural del evento y de participar en él con una delegación compuesta por representantes de diversas confesiones religiosas, en un hecho igualmente histórico ya que ha sido también la primera vez que los organizadores invitan a una delegación de este tipo. Nuestra participación se ha dado en el marco de la iniciativa de Reflexiones sobre fe y minería, que tiene su origen en un encuentro realizado en el Vaticano en el año 2013, en cuya segunda edición, en el 2015, participó el papa Francisco. Esta Iniciativa tiene por finalidad promover el diálogo y la reflexión, iluminados por la fe, entre representantes de diversas religiones y líderes del sector minero, en búsqueda de una mejor participación de la minería a favor del bien común de la sociedad. En la actualidad está presente en países como el Reino Unido, Sudáfrica, Canadá, Brasil y, más recientemente, el Perú. En ese marco, el segundo día de Perumin hemos tenido una interesante reunión con representantes de más de una docena de grandes empresas mineras, y el tercer día me ha tocado presentar esta Iniciativa a los asistentes a la misma convención.
Como dije en esa intervención, la iniciativa de Reflexiones sobre fe y minería es una muestra de que, con un poco de buena voluntad, es posible dialogar y unir esfuerzos para trabajar juntos por el bien de los demás, especialmente de los más débiles y necesitados, sin dejarse limitar por aquello que diferencia a las religiones entre sí y a estas con el sector minero. Estoy convencido de que, en la medida en que vaya madurando, esta Iniciativa podrá ser un ejemplo a seguir en nuestro querido Perú que hoy está tan herido por las divisiones y polarizaciones. Con esta finalidad, los que participamos en ella tenemos el deseo de incorporar a otras instituciones del Estado y la sociedad civil, así como a jóvenes, para trabajar juntos por un Perú más justo y solidario, como lo ha pedido el Papa en su citado mensaje.