La presidenta Dina Boluarte aparece constantemente en los medios de comunicación, pero sus declaraciones, en lugar de calmar los ánimos, terminan por incendiar más la pradera al señalar por ejemplo que “Puno no es el Perú”. El problema es que este tipo de mensajes pueden malinterpretarse en todos los contextos posibles.
La mandataria, en su intención de buscar el diálogo, está granjeándose más adversarios. Ello se ve reflejado en las protestas que continúan en diferentes sectores del país. El temor sigue extendiéndose entre la población que solamente quiere trabajar y no lo hace debido a que puede ser víctima de vándalos disfrazados de manifestantes.
En este contexto preocupa también el mensaje que transmite el Congreso. De acuerdo a la propuesta recién ingresada, se podría adelantar la legislatura para el 15 de febrero y ahí hacer la segunda votación que permita confirmar el adelanto de elecciones para el 2024. De igual forma, preocupa el mensaje de la oposición que mantiene un silencio casi cómplice frente al escenario que vive el país. Con ello solo agrandan la imagen que tiene el Legislativo ante la ciudadanía de un poder que solo vela por sus propios intereses.
Los mensajes de todo tipo siguen generando la preocupación de la ciudadanía. Nuestra sociedad se mantiene en vilo, pues las acciones del Gobierno no logran resultados positivos a más de un mes de iniciadas las protestas exigiendo la renuncia de Dina Boluarte, la salida del Congreso y la convocatoria inmediata a nuevas elecciones.
Mientras tanto, las marchas continúan con el mensaje que pide de manera urgente reformar nuestro aparato político gubernamental. Sin embargo, el problema viene cuando este pedido está acompañado a su vez de un mensaje de violencia y ataques a la propiedad, equivocando el camino hacia una sociedad más justa.