Con el anuncio del cambio de bancada de los cuatro integrantes de Perú Democrático para unirse a Cambio Democrático – Nuevo Perú, contamos ahora con once grupos legislativos en nuestro Parlamento. Ello nos mantiene con un Congreso atomizado donde existen muchas posiciones e interés a defender.
Bajo esta premisa, se trata de más grupos legislativos que defienden determinada posición. Lamentablemente, en ese camino, se tiene el hecho que en menos de dos años la composición de nuestro Parlamento ha cambiado demasiado y poco se reconoce de los cambios de nuestros representantes a quienes elegimos por determinada agrupación y ahora están en otra tienda.
Tal vez desde la posición contraria podrán decir que se trata de la persona más que la agrupación a quien debemos ver. Sin embargo, resulta una muestra importante de compromisos ver si mantiene su apoyo a determinado partido o si, pasados solo algunos meses de ser elegidos, termina pasando a otra vereda.
Resulta más que preocupante la cantidad de bancadas en el Congreso. Con tantas posiciones políticas resulta más difícil llegar a consensos en torno a solucionar los problemas que afectan al país e impulsar normas en beneficio del ciudadano de a pie. No llegamos ni a la mitad del período congresal y ya vemos cómo aparecieron nuevos nombres de agrupaciones con el número mínimo de integrantes que les aseguren ser llamados bancada y participar en comisiones que velan por la producción legislativa.
Tal vez estemos equivocados al indicar lo problemático que es tener tantas bancadas; sin embargo, al ver cómo se comportan la mayor parte de parlamentarios nos induce a pensar en que se quiere priorizar los intereses personales o partidarios en lugar de los objetivos del país.