Nuevamente el fantasma de la muerte se ciñe sobre el sur del país. Comenzó esta semana en Juliaca, donde solo en un día hubo 18 muertos durante las protestas contra el Gobierno y el cierre del Congreso. Ahora estas manifestaciones se extendieron a otras regiones vecinas como Cusco y Arequipa.
En ese trayecto se presentaron más personas heridas. Se trata de la sangre de más peruanos y peruanas que sufrieron daño por defender su causa, o en otros casos, se trató de quienes estuvieron en lugar y momento equivocados.
Lo único cierto es que estos ataques dejaron secuelas que serán difíciles de superar. Sobre todo en las pérdidas económicas.
Bajo este escenario, nuestras autoridades y la población deben buscar de manera urgente nuevas vías para el diálogo. En ambas partes existen sectores que mantienen una cerrada posición y ello solo conlleva a más enfrentamientos con derramamiento inútil de sangre.
De igual forma, resulta vital encontrar una solución pacífica a las protestas. Lamentablemente siguen apareciendo personas inescrupulosas que, aprovechando el calor y la justicia de las manifestaciones, recurren al vandalismo como alternativa de justicia.
De esta manera, solo sirven a sus intereses en lugar de los pedidos de justicia de la mayoría. Los actos delincuenciales no deben permitirse de ninguna manera y también ello debe ser preocupación de las autoridades. Estas situaciones solo hacen daño al país e impiden que podamos salir de la crisis.
Ojalá que la paz ilumine el camino de quienes están detrás de las manifestaciones y se busquen nuevas formas de exigir justicia sin ocasionar más daños a nuestro Perú.
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