Las palabras del ministro de Educación, Morgan Quero, señalando que los “derechos humanos son para las personas y no para las ratas” han corrido como reguero de pólvora por los diferentes estamentos. Varias voces desde el Congreso e instituciones, como la Defensoría del Pueblo, piden la salida del representante del Ejecutivo ante la magnitud de lo dicho.
Estas declaraciones habían salido de la boca del ministro cuando se le preguntaba por pronunciamiento del Gobierno ante los 50 fallecidos en las protestas de fines del 2022 e inicios del 2023. Cuando la ola de indignación creció, Morgan Quero esbozó una excusa indicando que pensó que le interrogaban sobre los casos de violadores de menores.
Más allá de las aclaraciones del titular de Educación, lo cierto es que no es la primera vez que emite frases que solo sirven para exasperar los ánimos contra el Ejecutivo. No le bastó con declarar, hace algunos meses, restando importancia a los casos de abuso sexual contra niños Awajún.
De ser cierto lo que dijo el ministro Morgan Quero, entonces estamos frente a una persona que no mantiene la suficiente estabilidad para escuchar bien lo que se le está preguntando y elaborar respuestas que ayuden a la gobernabilidad y la estabilidad democrática. Esas son cualidades que debe reunir cualquier persona que lleva en sus manos los destinos de una nación.
Para buena suerte del ministro, y mala suerte de los peruanos, sus declaraciones llegan al cierre de la legislatura en el Congreso. Lo más probable es que se salve de la interpelación y/o censura. Sin embargo, queda la pregunta en el aire ¿no hay personas más idóneas para estos cargos en los cuales una declaración puede ser para condenarlas?
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