En una de sus últimas columnas de opinión en un diario de circulación nacional, el destacado psicoanalista peruano Jorge Bruce nos recordaba lo planteado por Carlos Delgado: el ‘sobe’ y el ‘raje’ como dos de las principales herramientas de supervivencia de una sociedad como la peruana. Estos mecanismos han sido de uso cotidiano durante gran parte del gobierno autoritario de Fujimori y los primeros años del siglo XXI. Sin embargo, a estos dos elementos considero que hay que agregar un tercero, que es característico de la sociedad contemporánea: el “hueveo”.
El término hueveo es una expresión coloquial que se utiliza en varios países de América Latina, por ejemplo, en Chile y Perú, para referirse al acto de perder el tiempo, procrastinar o hacer actividades poco productivas. En otras palabras, el hueveo implica realizar acciones sin un propósito específico, generalmente de manera relajada u ociosa. Por ejemplo, si alguien está postergando una tarea importante, podrías decir que está hueveando. En otras situaciones, hueveo se refiere a pasar un buen rato o relajarse sin preocupaciones. Por ejemplo, si alguien te pregunta cómo pasaste el fin de semana, podrías responder que estuviste hueveando para indicar que te relajaste y disfrutaste. En ciertos contextos laborales, huevear se utiliza para describir la acción de evitar el trabajo o la responsabilidad en el lugar de trabajo. Finalmente, también podría usarse para describir el acto de hacer bromas o chistes de manera relajada y amigable.
En este caso, huevear significa hacer comentarios humorísticos o tomar la vida de manera ligera. Pero, ¿cómo el hueveo se convierte en un mecanismo de sobrevivencia en el Perú contemporáneo? Pues fácil: el huevear nos aleja de la realidad. Por ejemplo, en el Perú se la da tan poca importancia a lo realmente importante (como la política, la economía, etc.) y le damos tanta importancia a lo insignificante (como el fútbol). Al distraernos con un partido de la selección de fútbol y no fiscalizar lo que en nuestro Congreso se hace, los peruanos estamos hueveando. No realizamos nuestro trabajo como ciudadanos: no nos informamos, no fiscalizamos, no nos importa lo que sucede en nuestra sociedad; para evitar esa responsabilidad, los peruanos hueveamos. Mientras en el Congreso destruyen la poca institucionalidad democrática del país, mientras el Gobierno tiene más de 60 muertos en su cuenta, mientras la fiscalía protege a los corruptos, mientras los empresarios se levantan al país entero, al resto de peruanos solo hueveamos, nos hacemos los locos.
Al final nos queda simplemente reírnos; en el Perú es mejor reír que llorar, burlarnos de nuestra “triste suerte” de nuestro “destino”; como burla, los peruanos hueveamos con nuestra realidad y de nuestro futuro. Al fin de cuentas creemos que “nadie nos quita lo bailado”.