Todos los años es la misma historia de siempre. Los meses pasan y los días también y llegamos a enero, febrero y marzo, meses en los cuales todo arequipeño sabe perfectamente que es temporada de lluvias. Unos años más fuertes, otros años menos fuertes, pero meses de lluvias. Al final de cuentas siempre es mejor prevenir que lamentar, así no llueva. Sin embargo, parece que las fuertes lluvias de estas semanas nos agarraron por sorpresa, tanto a ciudadanos como a autoridades.
Hace unos días un huaico en Secocha en la provincia de Camaná, les costó la vida a más de 30 personas. Vamos terminando la segunda semana de lluvias ininterrumpidas, con graves consecuencias para la infraestructura de la ciudad y para la salud de la gente. Estamos no frente a un desastre natural, sino frente a un desastre social. Y es importante esa diferenciación, dado que son normales las lluvias en esta época del año y lugar del país; sin embargo, existen algunos factores sociales que contribuyen a que sus efectos sean nocivos y/o fatales.
En primer lugar, es necesario desmitificar esa idea de que “la gente pobre se va a vivir a cualquier parte, no les importa nada, son irresponsables”. ¿Realmente creen que las personas expondrían su vida y la de sus familias por un simple capricho? ¿Por qué les gusta vivir al límite o con la adrenalina a flor de piel? No, de ninguna manera.
La gente establece su lugar de residencia en esas zonas peligrosas y vulnerables porque en la misma ciudad no hay lugares apropiados (y baratos) para poder vivir. Hace tiempo nuestra ciudad se ha desbordado por el crecimiento poblacional, generando una necesidad no cubierta de viviendas dignas, en lugares apropiados y a un costo relativamente accesible, lo cual no ha sucedido. Lo anterior nos lleva al segundo factor: las autoridades.
¿Cuáles han sido las acciones de nuestros alcaldes y gobernadores regionales en materia de ordenamiento territorial? ¿Cuál ha sido la obra y gestión del ministerio de vivienda, construcción y saneamiento en todos estos años? Con el pretexto de que el Estado no se puede meter en la economía, han dejado que el sector privado cubra ese espacio en el mercado, con las excesivas ganancias que ello genera.
Finalmente, ¿qué han propuesto en sus planes de gobierno las actuales autoridades frente a este problema? Es cierto que recién llevan 2 meses en el cargo, pero vamos a lo que dijimos en las primeras líneas: todo el mundo sabe que el verano arequipeño es lluvioso. Supongo que nuestras autoridades saben muy bien eso y es momento de implementar sus planes de gestión de riesgos. Esperemos que los tengan.