Opinión

La influencia nefasta de las ONG

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DIARIO VIRAL

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Por la perniciosa retórica de las ONG existe mucho verbo y poca acción. Las demandas populares e impactos sociales dejaron de ser espontáneos y hoy son capitalizados e inventados por las ONG con intencionalidad política. Medio ambiente, ideología de género, derechos humanos y, entre otras, la revaloración de la familia y la fe, son los temas favoritos que les permite a sus directivos vivir a pierna suelta.

Mucho antes de la caída del muro de Berlín (noviembre de 1989) las escuelas de negocios enseñaban deontología empresarial. Asumir los impactos sociales se hacía mandato en los inversionistas. Los negocios, decían – tomando los planteamientos de Peter Drucker (padre de la administración moderna) –, no sobrevivirán en sociedades de menesterosos, hambrientos, enfermos e ignorantes. Y así, los impactos sociales comenzaron a ser asumidos por privados auspiciando eventos culturales y deportivos. En Perú, las exigencias peruanas eran las mismas: agua potable, redes eléctricas, carreteras, salud, educación, seguridad y más. Hasta antes de las ONG los partidos políticos interpretaban los sentires ciudadanos.

En el devenir, los medios y la sociedad de bienestar modifican los impactos sociales; las necesidades primarias fueron reemplazadas por la misma población influenciada por los cambios. Esas necesidades repensadas por el humanista Abraham Maslow van por el reconocimiento social y la autorrealización individual.  Hoy, la indignación, es hasta por quítame esta paja, distinta a la del joven Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del Aprismo. Para él, era insostenible emprender retos superiores sin antes educar a la población. Contrariamente, la prisa actual es vender mucho más, más rápido y al mejor precio, acumular títulos académicos y recorrer el mundo por exhibicionismo. La idea es mostrarse guapo.

Nada es casualidad. La destrucción de los partidos políticos sirve para el avance de las ONG y sus millonarios presupuestos otorgados por financistas, autores de un modelo de control global que se pretende imponer. Pero todo estaba cantado. La llamada “miamización” de la cultura y la pérdida de la memoria colectiva eran alertadas antes de la caída del muro alemán. Se decía que una cultura universal desplazaría a las locales. La farándula y exhibición de la privacidad – la sociedad del espectáculo – estarían por encima de los principales intereses nacionales. Y por investigaciones sociológicas se supo que los jóvenes soviéticos olvidaron su pasado. Desconocían las atrocidades cometidas por Stalin.

Y así, los nuevos intereses y las demandas de los ahora hijos de la prosperidad han sido bastante bien estudiadas y ejecutadas – en su mayoría – por organizaciones supuestamente sin fines de lucro direccionadas por una batuta bastante conocida: el Marxismo del Siglo XXI.

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