En enero del 2012, cuando Juan Manuel Guillén cumplía su segundo mandato como gobernador regional, anunció la construcción del nuevo hospital Goyeneche, once años después, se sigue ofreciendo lo mismo, “un nuevo hospital”, lo que es peor; ahora se entregó esta responsabilidad al gobierno nacional.
Mientras tanto, el centenario resiste apenas, la indolencia e incapacidad de nuestras autoridades regionales, mantendrán a los pacientes en la agónica espera de ver algún día un nuevo edificio en el que se atienda la salud pública de los arequipeños y quienes llegan desde las provincias del sur.
Guillén, Osorio, Cáceres y Gutiérrez terminaron sus gestiones sin ningún avance, once largos años y no existen estudios concluidos para que el nuevo hospital Goyeneche resurja de la ruina de estar funcionando hace 111 años en una región que ha perdido toda la fuerza que alguna vez le sirvió para ser distinguida como “León del Sur”.
“No en vano se nace al pie de un volcán”, decía Melgar, para llenarse de orgullo por haber nacido al pie del majestuoso Misti, para denotar y distinguir al arequipeño pujante, rebelde y promotor de su propio desarrollo, prescindiendo del centralismo y avanzando firme en sus proyectos.
Hace veinte años, en el 2002 se alzó con contundencia Arequipa, evitó la privatización de la empresa generadora de energía eléctrica, las revoluciones del 50 se rememoraron en aquel momento, de esos movimientos con liderazgo y propuesta no queda nada.
Rohel Sánchez, en su condición de presidente de la Asamblea de Gobiernos Regionales, escribió en tono de reclamo “estamos en un proceso de recentralización, que los percibe como menores de edad, incapaces de manejar recursos, responsabilizándonos de una pobre ejecución”, lo que escribe Sánchez se contradice con lo que hace como gobernador regional, apenas pudo se liberó de la responsabilidad de construir el nuevo hospital Goyeneche y se lo encargó al gobierno central.
¿En qué quedamos entonces?
Sánchez se liberó, la nueva Autoridad Nacional de Infraestructura, se hará cargo dizque, de construir el Goyeneche.
A este paso, se irá sin pena ni gloria, porque solo para hacer el expediente técnico se necesitan dos años y para construirlo otros más.
El centenario continuará en la eterna espera, en la ruina y colapso, en la tragedia de funcionar en la región del extinto rugido, del “León del Sur”.