Los ejemplos sobran cuando hablamos del tiempo que tarda en completarse la ayuda a corto mediano y largo plazo para atender las emergencias que ocurren en el país. Han transcurrido 8 días desde los deslizamientos ocurridos en los anexos ubicados en la jurisdicción del distrito de Mariano Nicolás Valcárcel, en la provincia de Camaná, y hasta el momento no se ha completado con la entrega de apoyo para los afectados.
Aunque el gobernador Rohel Sánchez asegura que envían ayuda, no es suficiente, los padres están dejando de comer para que sus hijos se alimenten, no tienen dónde dormir, no tienen nada los miles de damnificados por el huiaco que destruyó centros poblados a su paso.
Si retrocedemos en el tiempo, podemos recordar desgracias como lo ocurrido en Villa El Salvador en Lima poco antes de la pandemia cuando se produjo una deflagración de gas que arrasó todo a su paso. Las víctimas de la tragedia siguen esperando la ayuda para superar las secuelas de la misma.
En el norte del país hace poco más de 4 años, el fenómeno El Niño dejó destrucción a su paso y una crisis de la cual muchos todavía no se han recuperado. De igual forma, tenemos lo ocurrido en 2007 con el terremoto en la región Ica. Los gobernantes de aquel tiempo tardaron varios meses en concretar las diversas acciones de ayuda. Lamentablemente estas se vieron empañadas por denuncias de corrupción entre quienes debieron utilizar su poder para ayudar a los más necesitados.
Así se tienen diversas situaciones en las cuales la población afectada tuvo que esperar en la oscuridad de la crisis por la ayuda necesaria para salir adelante. No repitamos los errores del pasado y tratemos siempre de reaccionar con mayor rapidez ante la ocurrencia de un desastre de cualquier tipo.