El centro histórico de Arequipa, sobre todo la plaza de Armas, se caracteriza por bellísimos monumentos, impactante arquitectura, los sillares como materia prima para la construcción de majestuosos edificios, sin embargo este año se aprecia decenas de calles con grafitis, el descontrol de un sector de la población hace que ya no respeten un atractivo turístico que era alabado por muchos visitantes extranjeros.
Gremios turísticos lamentan que el turista comience a espantarse y sentirse decepcionado de la ciudad, por ello piden la intervención de todos los sectores para limpiar el centro.
Sumado a este daño que hacen los grafiteros, también se aprecia el incremento del comercio ambulatorio, la calle Mercaderes vuelve a cumplir a cabalidad la creación de su nombre, pues hay comerciantes en cada cuadra, dejó de ser una calle peatonal tranquila, ahora las noches son desordenadas, los turistas ya no aprecian la ciudad como se debe y los artesanos que tienen puestos formales han perdido sus ventas, por la competencia desleal del más vivo que usa las veredas para vender a vista y paciencia de todos.
La pandemia de la covid-19 golpeó salvajemente a muchas economías y los ambulantes pueden ser una lamentable consecuencia, pero hay emprendedores que pese a los golpes siguen apostando por la formalidad y merecen ser apoyados por las autoridades.
Es necesario reactivar las reuniones entre alcaldes porque el problema del comercio ambulatorio es un flagelo grave de la ciudad, que necesita primero comprender a esas pequeñas economías que dependen de la venta del día a día, pero necesitan ser ordenadas y que no espanten a turistas porque ellos generan importantes aportes económicos. Además, es vital que se ofrezcan empleos a la ciudadanía.