Una de las razones mas nobles que exhibe la política es la capacidad de renunciamiento. Uno renuncia a sus intereses, en especial, por un bien superior es decir aquel que se consagra en el beneficio de los ciudadanos, de los compatriotas. Cuando esto sucede, el renunciamiento, la política alcanza una de sus mas preciadas cimas y, repercute en el individuo, genera bienestar general.
Diversos testimonios señalan que el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, estaría inmerso en una trama que tiene que ver con Vladimir Cerrón. Conforme pasan las semanas se suman nuevos testimonios que también hablan de operaciones encubiertas, de viajes a provincias y el uso indebido, ilegal, del coche presidencial.
El gobierno reacciona generando dispositivos que buscan encubrir o dilatar cualquier tipo de investigación. Son maniobras desesperadas de quien no tiene la razón o teme a la verdad. Ignoran quienes lo perpetran que así solo están complicando su situación, para ahora o un futuro no muy lejano, pues el poder es efímero.
Si un ministro es cuestionado, genera dudas, está agobiado por investigaciones y preguntas que ponen en tela de juicio su función, pues es un hecho que un ministro investigado es uno que no puede estar al cien por ciento involucrado en sus responsabilidades. Un presidente procedería a renunciarlo pues se requiere a gente concentrada en sus obligaciones. Sin embargo esto no sucede en el gobierno de Dina Boluarte. Por extrañas razones, que podemos imaginar pero que por el momento no se pueden comprobar, el ministro del Interior Santiváñez es mantenido en su cargo.
Se dice que permanece porque sabe mucho y lo mucho que sabe tiene que ver con el prófugo Vladimir Cerrón y el hermano de la presidenta Nicanor Boluarte. Pero mantenerlo en el cargo ha generado que la inseguridad ciudadana se desborde, generando una ola de asesinatos y amenazas por culpa del sicariato y la extorsión. Si la presidenta Boluarte no cambia a Juan José Santiváñez es simplemente porque no prioriza el interés ciudadano, el bienestar del país sino su interés personal: ocultar algo.
Debe quedar claro que esta situación anómala puede suceder por complicidad del Congreso que se niega a fiscalizar al gobierno. Ambos, Congreso y presidente de la República, actúan de manera irresponsable. Quedará en la historia que intereses mezquinos, de parte o de protección primaron en estos años en los poderes Ejecutivo y el Congreso. Algo de lo que deberán avergonzarse siempre.