El colmo de la miseria humana es aprovechar la condición de vulnerabilidad o alguna tragedia y atacar a una persona en desgracia. Esto lo trasladamos a nuestra realidad con lo ocurrido con un valerosos efectivo policial, de nombre Pablo Baltazar Sánchez, que puso en riesgo su vida por enfrentar a delincuentes que acababan de asaltar a un cambista en la capital. Producto del enfrentamiento recibió un balazo que compromete seriamente su vista.
Lo más indignante, además del nuevo acto contra la inseguridad, ha sido lo descubierto por los familiares del policía afectado. Cuando fueron a recoger sus pertenencias se dieron con la sorpresa que faltaba el celular y dinero en efectivo del efectivo policial herido. Peor aún, fue saber que habrían sido sus propios colegas quienes sustrajeron estos objetos luego que el afectado cayera desplomado por el disparo.
Según la familia del policía herido, fueron los mismo colegas que posteriormente le entregaron el equipo telefónico señalando que “no querían problemas” pues iban a recibir al ministro del Interior. Es decir, más les importó evitar el escándalo en lugar de preocuparse por el dolor de una familia ante el estado de salud de un valeroso suboficial.
Esta actitud merece ser condenada desde todo punto de vista. Debemos recalcar que se trata de una institución como la Policía que merece todo el respeto de nuestra sociedad. Actos como el que involucra a dos malos integrantes solo generan lo contrario.
Esperemos que las investigaciones sean céleres y se determinen responsabilidades. La Policía requiere limpiar su imagen dañada por malos efectivos.