En Perú, los políticos, han utilizado y utilizan las efemérides patrióticas para hacer proselitismo; lo hacen resaltando su proceso gubernativo, al pie de monumentos de héroes y mártires, que merecen respeto. Esos discursos, son intrascendentes en la medida que usan los nombres de insignes peruanos, como Miguel Grau Seminario, para difundir lo que les conviene.
Dentro de las manidas y kilométricas herejías verbales, no cesan de inflar sus egos y, en el mismo relato discursivo, minimizan los resultados de consultas ciudadanas y, por enésima vez, culpan de sus fracasos a los periodistas independientes que desarrollan una labor fiscalizadora, en nombre de los peruanos sin voz. Los políticos con poder, hoy, insultan, amenazan, desafían, persiguen, denuncian y agraden a los periodistas y a todo ciudadano que critica el sistema de gobierno que hoy tenemos. Y estos gobernantes con poder excesivo ¿ qué hacen por la seguridad ciudadana ?
A propósito del 8 de octubre, los políticos, deberían hablar, más bien, de la honestidad de Miguel Grau, marino forjado en el yunque de los espíritus fuertes; no refieren de la grandeza del héroe, de su generosidad. Parafraseando a Manuel González Prada, “ Grau fue tan inmaculado en la vida privada como en la pública, tan honrado en el salón de la casa, como en el camarote del buque, formaba contraste con nuestros políticos. En el combate homérico de uno contra siete, Grau pudo rendirse al enemigo; pero comprendió que, por la voluntad nacional, estaba condenado a morir”.
En otro párrafo, anota : “ Grau, fue humano hasta el exceso, practicaba generosidades que, en el fragor de la guerra, concluían por sublevar nuestra cólera. Para comprender la dimensión de Grau, se necesita realizar un esfuerzo, acallar las punzadas de la herida entreabierta, ver los acontecimientos desde mayor altura. Entonces se reconoce que no merecen llamarse grandes los tigres que matan por matar o hieren por herir, sino, hombres, que hasta en el vértigo de la lucha, saben economizar vidas y ahorrar dolores.
Grau se hallaba dotado de sensibilidad exquisita, amaba tiernamente a su esposa, a sus hijos, tenía marcada predilección por los niños; sin embargo, su energía moral no se enervaba con el sentimiento, como lo probó, rechazando ascensos y enormes ofertas de oro, desoyendo las sugestiones de sus más íntimos amigos, resistiendo a los ruegos de su mismo padre; Miguel Grau, hizo lo que parecía mejor; cumplió con su deber”.
¿Por qué los políticos gobernantes de hoy, no cumplen con su deber? ¿por qué no resaltan e imitan estas características de un héroe ejemplar de un peruano brillante como Grau? Claro, no lo podrían hacer. Miguel Grau, por sus virtudes, por sus principios y valores, por su heroicidad y su honradez, es el ilustre peruano digno de imitar. Que tomen debida nota los políticos de estos tiempos. Grau dio una lección eterna.