En su momento era la fuerza política más poderosa del Congreso al tener la mayor cantidad de legisladores electos (37). Describimos a Perú Libre, el partido que también llevó a la Presidencia del país al profesor Pedro Castillo Terrones. Ahora, de la agrupación, cuyo símbolo es el lápiz, quedan recuerdos.
Este comentario viene a la raíz de la renuncia/expulsión del congresista Wilson Quispe, quien denunció un giro radical en la tendencia que tenía la otrora bancada oficialista que, tras la caída de Castillo, pasó de ser oposición a apoyar propuestas de la mandataria Dina Boluarte.
Para el renunciante parlamentario, estos cambios son motivo de su salida, la cual fue convertida en expulsión por la bancada al considerar que su exintegrante incumplió varias normas dentro de la agrupación.
Lo enredado de las anteriores líneas refleja también la confusión que ha reinado en el Gobierno los últimos dos años. Ahora Perú Libre apenas pasa la decena de legisladores y su presencia se redujo a la mínima expresión dentro del Legislativo. Aquí tenemos entonces un ejemplo más de la fragilidad de nuestro sistema político con cada vez menor compromiso en formar parte de un partido.
Bajo este escenario, resulta lamentable que una vez más un partido político que llegue al poder en el Perú termine fragmentándose. Así ocurrió anteriormente con Peruanos Por el Kambio (PPK), Gran Alianza Nacionalista (GANA Perú) y Perú Posible que tras llevar a la presidencia a Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala y Alejandro Toledo, respectivamente, terminaron en la penumbra. Mención aparte se tiene con el Partido Aprista que perdió su inscripción, aunque ahora busca volver al escenario nacional. Así avanza nuestra historia política, entre precariedad y fragmentaciones que solo contribuyen a una crisis cada vez más preocupante.