Como cada año, en Arequipa hemos comenzado el mes de mayo celebrando la fiesta de la Virgen de Chapi. Han sido dos días bellísimos, desde la mañana del 30 de abril en que los peregrinos comenzaron a llegar al Santuario de la “Mamita” ubicado en el distrito de Polobaya, hasta la tarde del 1 de mayo y algunos incluso hasta el día jueves 2. Días festivos en los que se ha calculado que han pasado por el Santuario más de cien mil peregrinos o, como algunos han llegado a decir, cerca de doscientos mil. Es difícil calcular bien cuando son cantidades tan numerosas, pero ciertamente cada año somos más los que peregrinamos al Santuario y lo hacemos, fundamentalmente, para darle gracias a la Virgen María porque experimentamos su cercanía y protección en nuestra vida cotidiana.
La Virgen realmente escucha nuestras oraciones. Como una buena mamá, nos sostiene en los momentos de dificultad, nos consuela cuando estamos tristes, nos levanta cuando hemos caído. Encontramos siempre en ella aquello que necesitamos. No sin razón la devoción a nuestra Mamita de Chapi sigue aumentando con el transcurso del tiempo y ha traspasado las fronteras de Arequipa, lo que se ve en la cantidad de peregrinos que vienen a festejarla en el Santuario desde distintas partes del Perú e incluso no pocos desde el extranjero.
Todo, pues, ha salido muy bien gracias a Dios y gracias también a la Comisión Multisectorial Organizadora que, desde dos meses antes, se encarga de preparar hasta el más mínimo detalle de la fiesta. Esta Comisión está compuesta por más de veinte representantes de instituciones públicas y privadas, coordinadas por el equipo técnico del Arzobispado y con el apoyo total del Rector del Santuario de Chapi y sus colaboradores. Entre todos elaboran el plan operativo, incluido un plan de emergencias, gracias al cual cada año la fiesta sale mejor y sin mayores contratiempos. Este año, por ejemplo, se controló rápidamente un amago de incendio en el recinto en el que los peregrinos colocan las velas encendidas que traen a la Virgen. Por el temor de que las velas se apaguen, algunos de ellos las protegen con cartones y plástico, sin darse cuenta de que, como es un recinto abierto, el viento puede hacer que se empiecen a quemar y salga mucho humo.
Gracias a Dios y a la pronta intervención de los equipos correspondientes, el fuego fue apagado rápidamente y no hubo daños personales ni materiales, considerando además que la velería queda bastante distante de las demás instalaciones del Santuario. Otros percances que fueron rápidamente socorridos fueron los desvanecimientos de algunos fieles que, al no haber tomado las debidas precauciones (protección de los rayos solares, hidratación, etc.) sufrieron alguna descompensación que fue debidamente atendida.
En fin, como cada año, he vuelto de Chapi muy edificado por la fe del pueblo de Dios, pueblo fiel y sencillo, y por compartir con los peregrinos la devoción a María. Así que a aquellos que todavía no han ido al Santuario los animo a acudir en este mes de mayo o en cualquier otro momento del año, porque nuestra “Mamita” nos espera siempre con los brazos abiertos.