Trágico diciembre, más de una veintena de civiles muertos, policías y militares heridos, vías interrumpidas, infraestructura pública y privada destrozada, quince regiones en toque de queda, odios y pasiones a flor de piel, un expresidente preso, que el pasado 7; dio un golpe de Estado, que gatilló la protesta social rebasada que nos acerca a un estado de barbarie.
Arengas y piedras, bombas lacrimógenas y balas, todos contra todos, calles sin control, están los que protestan, los que se aprovechan de la crisis y delinquen, y están quienes por mandato constitucional deben recuperar el orden para devolver el derecho ciudadano a transitar y movilizarse libremente y garantizar el trabajo de empresarios y trabajadores.
Es este escenario convulso, desde la comodidad de la tribuna, como siempre ocurre; los líderes de opinión y políticos, con el poder que toman desde los medios, se ocupan de las regiones y pueblos que ni siquiera conocen, lo hacen con el respaldo teórico que les da la academia y solo para condenar su proceder, sin distinguir a la población humilde, a los representantes legítimos de los dirigentes eternos que con experiencia y viveza agitan banderas de lucha extremas.
En medio del caos, los “analistas” y “especialistas” reaparecen para sumarse en la corriente de ataques y descalificaciones a todo, ¿acaso este no es terruqueo, expresado en clásico lenguaje de odio y desprecio por quienes todo lo saben, todo proponen pero que nunca lo han hecho? Es bueno recordarles que Castillo no está en el mandato por error y mérito propio.
Corresponde dejar que la presidenta, Dina Boluarte gobierne y se haga cargo de un país, cuya mayoría la eligió junto al profesor, cifrando una vez más la esperanza de ser incluidos en la agenda de un gobierno nacional inclusivo que los atienda en sus necesidades elementales.
Corresponde a los medios, a los líderes de opinión y “especialistas” incentivar un espacio de diálogo amplio, con el liderazgo del Estado, en el que no solo estén presentes las autoridades del gobierno central, sino también los gobernadores y alcaldes, que en esta coyuntura se han desentendido, para que se discutan los temas centrales que garanticen para la población servicios elementales como la salud, educación, servicios básicos, generación de empleo y reactivación económica, que hará posible la disminución de la pobreza.