La resistencia persistente de la mayoría de trabajadores de Essalud, para reconocer que, los asegurados, son los únicos empleadores directos de quienes laboran en la red de hospitales sean: médicos, paramédicos y administrativos, origina que se tergiverse la función principista por la que fue creada la seguridad social en el Perú.
Después de largo período de investigación, in situ, utilizando dos instrumentos infalibles de recolección de datos: la observación y entrevista con pacientes, que reciben atención de salud en consultorios externos y en los servicios de emergencia y hospitalización, del hospital nacional Carlos Alberto Seguín Escobedo, durante cuatro meses consecutivos, llego a la conclusión que las carencias son espeluznantes, en todas sus formas y matices. Es fácil comprobar que la figura se ha invertido; hoy se cree que, a los pacientes asegurados, se les hace un favor en atenderlos. Otros fueron los tiempos cuando profesionales médicos de prestigio como el Dr. Manuel Álvarez Linares, lucharon, desde la Dirección, por reivindicar el derecho que les asiste a los asegurados, de ser atendidos como se merecen, habida cuenta, que son los dueños de la entidad.
En Essalud, no hay voluntad de servir a todos los pacientes sin discriminaciones, ni privilegios; esa voluntad, en la práctica, es ilusión, es utopía. Para empezar, la meritocracia es un cuento, un relato literario, donde hay más ficción que realidad. En caso hubiese, aun en mínimo porcentaje, sería la excepción de la regla. Los actos relevantes de algunos profesionales de EsSalud, que realizan exitosos trasplantes de órganos, intervenciones quirúrgicas riesgosas para salvar vidas, trato amable, cortés y humano; son acciones aisladas que reconocemos, empero, se opacan por la vorágine de carencias e indiferencias que, desde hace mucho tiempo, se han “ normalizado”, en la red asistencial de Essalud.
Essalud es una entidad que supervisa el poder Ejecutivo, está adscrita al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE); se dice que tiene autonomía técnica, administrativa, económica, financiera y contable, pero el MTPE, designa a los altos funcionarios. La corrupción, hace décadas, ya hizo metástasis; es un flagelo que mata. Los directamente perjudicados son los pacientes, quienes, aun con sus padecimientos, se organizan, luchan, se enfrentan, extrayendo los últimos remanentes de fuerzas que Dios les concede, para lograr una atención de primera calidad. Dinero hay, sin embargo, la corrupción tienen efectos secundarios; por ejemplo, la paralización de construcción de una infraestructura que hubiese beneficiado a miles de asegurados en la zona de San Martín de Socabaya. Por ello, opino que, ni el equipo más experimentado de especialistas en imagen institucional, podría cambiar, por arte de birlibirloque, el desprestigio de Essalud; razón por la que hoy, penosamente, está al filo de la navaja.