La educación escolar en las poblaciones rurales del Ande y la Amazonía, constituye uno de los flagelos históricos más complejos del país. Y cualquier solución integral nos obliga a desmenuzar las peculiaridades de los 7.3 millones de compatriotas que habitan ese mundo rural.
El Ande y la Amazonía abarcan el 89.4 % del territorio patrio. El millón y medio de hogares que lo habitan padecen de muchas limitaciones. Y la educación es un tema neurálgico, porque los 2 millones de estudiantes matriculados en el 2024, deben transitar distancias considerables para acudir a una de las 43,266 escuelas públicas que existen.
Escuelas que tienen como promedio, 47 estudiantes y 4 profesores. Hecho explicable porque, en promedio, hay un hogar cada 79 hectáreas. Lo cual explica que por lo menos 9 de cada 10 escuelas no tenga el ni número de aulas para cada año escolar, menos, laboratorios, áreas de recreación y deporte.
Cualquier respuesta a esa nefasta realidad, pasa por vencer el tema de la dispersión poblacional. Personalmente considero que en gran parte del contexto rural del ande y la Amazonía, deben crearse escuelas-hogar, para que cientos de estudiantes de inicial, primaria y secundaria, permanezcan durante días y/o semanas, estudiando intensamente, alimentándose adecuadamente y desarrollándose social, cultural y deportivamente.
Si ahora existen 43 266 remedos de escuelas, hay que desterrarlas y edificar 3 o 4 mil escuelas excelentemente provistas de infraestructura educativa, superando con ello el problema de la dispersión poblacional. En algunos casos los estudiantes tendrían que desplazarse varias horas hasta su centro escolar, pero si permanecen varios días y/o semanas, se justifica. Y recordemos que uno de los flagelos de la educación se vincula con la desnutrición crónica infantil y la anemia.
Nuestra niñez no es incapaz. Somos los adultos quienes no generamos las herramientas y procedimientos adecuados para que se instruyan convenientemente. Por ejemplo, el Colegio de Alto Rendimiento de Arequipa, COAR, fue considerado el 2024 entre los 10 mejores colegios del mundo. Obviamente, los nuevos profesionales de la educación deben seleccionarse sólo entre los mejores estudiantes secundarios y merecer remuneraciones de primer orden, por ser los pilares del crecimiento homogéneo del país. Necesitamos gobernantes que conozcan la realidad nacional y brinden propuestas integrales para crecer.