Estamos a medio año y a dos semanas de Fiestas Patrias, que de festivas no creo que tengan mucho. Con la más baja aprobación presidencial de los últimos gobiernos, con serios cuestionamientos éticos y de gestión, Dina Boluarte se prepara para dar su primer mensaje a la nación de 28 de julio.
Las encuestas de opinión son muy claras respecto al bajo nivel de aprobación presidencial. En todas las zonas, la desaprobación presidencial viene aumentando de manera casi sostenida, incluso en Lima metropolitana (que en una visión panorámica es donde mayores puntos porcentuales ha crecido su desaprobación: de 61% en enero a 74 % en junio). Si la tendencia se mantiene, es probable que llegue a fin de año con 90 % de desaprobación y ni qué decir al 2024 o 2025. En las zonas centro y sur la cuestión es aún más crítica para el Ejecutivo.
Es evidente que en estas regiones tenga mayores porcentajes de desaprobación por las represiones, con la consecuente muerte de más de 50 compatriotas. La población aún tiene en su memoria la brutal represión y las víctimas que hasta el momento no se vienen investigando de manera “célere”, como propaga la fiscal de la nación, aliada de turno del ejecutivo. Otra causa del bajo nivel de aprobación podría ser la ausencia del ejecutivo en esas zonas. Ninguna autoridad relevante del ejecutivo, mucho menos la presidenta ha viajado a esas zonas; incluso varias, como Cusco, han rechazado la presencia de Boluarte en su día de fiesta (24 de junio).
Finalmente, creo que la imagen de “mujer humilde” e “identificada con el pueblo” se ha desgastado demasiado y muy rápido, ello en parte a las pésimas declaraciones que ha dado recientemente (“¿Cuántos muertos más quieren?”)
¿Hará algo para tener mayor aprobación? Considero que a Boluarte poco o nada le importan las encuestas de opinión o lo que la opinión pública diga o piense de ella; ya que de ser el caso habría tomado alguna media en estos primeros seis meses del año para revertir lo que ya se veía venir desde diciembre del año pasado. La cuestión es que no creo que haga nada, dado que la coalición que cogobierna con ella desde el legislativo le está dando la “estabilidad y gobernabilidad” que requiere para quedarse (todos) hasta el 2026. Haga lo que haga, su permanencia en el poder es indispensable para la continuidad del legislativo, y eso quieren todos.
De tal forma que, nuevamente, el pueblo jugará un rol fundamental en las próximas marchas para obligarlos a hacer algo: adelantar las elecciones generales al 2024. Caso contrario, seguiremos gobernados por esta dictadura de los votos, que es como califico al actual régimen.
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