El reciente escándalo en torno a las condecoraciones en la Policía, que involucra a la congresista Kira Alcarraz, revela una preocupante mercantilización de los honores destinados a oficiales y suboficiales. César Meyer, suboficial retirado, denunció la existencia de pagos (S/160) requeridos para obtener estas medallas.
De comprobarse, este hecho perjudicaría la imagen de todos los involucrados y desvalorizaria el reconocimiento legítimo que merecen quienes sirven a la patria. Este caso también invita a reflexionar sobre la transparencia en nuestras instituciones, en especial las de seguridad. Reconocimientos como estos deberían estar guiados por el respeto y la gratitud hacia quienes arriesgan su vida en su labor. La percepción de que alguien podría lucrar con estos honores, tal como denunciaron ciudadanos y exmiembros de la PNP, debilita la confianza en una institución que debería ser ejemplo de ética.
Por desgracia, los congresistas siguen involucrándose en la práctica de lucrar con diferentes actividad, es lamentable que se aprovechen de las condecoraciones. La falta de control permite que los honores se vuelvan comerciales, debilitando el sentido de mérito. Es esencial que, si estas denuncias se confirman, se sancione a los responsables y se exija rendición de cuentas para proteger el valor de estas distinciones.
Lo que está en juego es el respeto como sociedad hacia nuestros símbolos y tradiciones. Las condecoraciones en la Policía no deberían tener precio; son símbolos de sacrificio y lealtad. La indignación pública que ha generado esta denuncia debe ser el primer paso para impulsar una revisión profunda de estos procesos y defender la dignidad de nuestras instituciones.