Llegamos a un nuevo cierre de año con mucha agitación y decisiones cuestionadas. El Tribunal Constitucional ordenó que se autorice la liberación del expresidente Alberto Fujimori. Así parece que se cierra un nuevo capítulo en la novela iniciada, coincidentemente, en diciembre del 2017, cuando el entonces mandatario Pedro Pablo Kuczynski indultó al padre de Keiko y Kenji originando una ola de protestas.
Este no es el único hecho que ha movido nuestra recta final del año. Basta con recordar lo sucedido el año pasado, cuando el 7 de diciembre de 2022, el entonces presidente Pedro Castillo ordenó el cierre del Congreso. El electo por Perú Libre no tuvo el apoyo del Legislativo ni de las Fuerzas Armadas y Policiales y terminó preso por el delito de rebelión.
Si nos seguimos sumergiendo en el pasado, llegaremos a mismo mes de diciembre del 2021. En aquella fecha, Pedro Castillo se salvó por primera vez de una moción de vacancia presidencial. Más allá de las motivaciones del hecho. Se debe tener en cuenta que este tipo de situaciones de todas formas golpeó nuestro alicaído sistema y nos empujó a la crisis.
La fase final del 2020 tampoco se salvó de los sobresaltos. En plena pandemia nos tocó afrontar un país convulsionado con la vacancia de Martín Vizcarra, la asunción de Manuel Merino, las protestas junto a las muertes de dos peruanos contra el nuevo mandatario y finalmente el relevo para que Francisco Sagasti asuma la presidencia son su verbo académico para poner la pausa a un país que necesitaba tranquilidad.
Como hemos visto, nuestra clase política estuvo muy alborotada durante los meses finales de los últimos años. Así noviembre y diciembre no han sido los mejores para que el Perú salga de la crisis y por el contrario, debe lanzar manotazos para evitar ahogarse en su propio mar de intranquilidad. Necesitamos alejarnos de la crisis y que el país salga adelante con menos sobresaltos.