La situación del Gobierno pende de un hilo cada vez más delgado. La ola de protestas se extiende por más regiones y poco a poco llega a la capital de la República, donde los enfrentamientos se mantienen a la orden del día.
Lamentablemente en este camino se viene atentando contra personas inocentes. Esto ocurrió en las regiones de Madre de Dios y Puno, donde población enardecida quemó las viviendas de legisladores de estas regiones. Felizmente, no ocurrieron daños personales hacia integrantes de la familia que se encontraban en el lugar.
Bajo esta premisa, ningún daño a la propiedad privada y pública se ve justificado. Los manifestantes cada vez superan los límites de lo razonable y esperemos que no haya más víctimas inocentes que lamentar.
El país necesita encontrar el diálogo como sea. En este camino, de tanta importancia, tiene el Ejecutivo como el Legislativo. Sin embargo, no parece ser algo muy valioso para sus integrantes. No nos explicamos cómo en el Congreso tuvieron que esperar diversos cuestionamientos para reconsiderar la votación y sancionar a un legislador acusado de violación. De igual forma, en el gabinete ministerial de Alberto Otárola ya se tuvo la primera baja con la renuncia del titular de Trabajo, Eduardo García, quien se va al estar en desacuerdo con las últimas acciones del Gobierno frente a la ola de protestas.
En ese sentido, veremos qué otras medidas toman nuestros gobernantes y si estas ayudan a calmar la situación agitada que vive el Perú. Caso contrario, las protestas continuarán con lamentables resultados para nuestra alicaída sociedad. Que la claridad ilumine a todos y acaben los enfrentamientos. El país lo necesita.