La tragedia rondó en el hospital Hipólito Unanue de Lima. Un sujeto, previamente detenido por la Policía, fue trasladado herido al nosocomio y resultó que tenía dos granadas en su poder. Los artefactos tranquilamente pudieron explotar al interior del recinto hospitalario y acabar con la vida de pobladores y pacientes que estuvieran cerca.
Se priorizó la vida de estas personas por las lesiones que tenían, aseguró el ministro del Interior, Juan José Santiváñez. Sin embargo, las críticas vienen al actuar de quienes estaban custodiando a los intervenidos. Pudieron ser más minuciosos, como indica la ley, y sospechar de todo, como indica el sentido común. Así, tal vez, se pudo encontrar los aparatos explosivos y evitar el susto mayor a la ciudadanía porque las granadas pudieron explotar y generar mayor cantidad de víctimas.
Aunque las investigaciones ya iniciaron para determinar responsabilidades sobre este problema, lo cierto es que nuestra Policía debe poner atención en todos los frentes de su trabajo. Pareciera que solo se preocuparon en enfrentar las manifestaciones de los últimos días y descuidaron otros aspectos como el debido resguardo a quienes son capturados delinquiendo.
Mientras tanto, el país sigue afectado por el avance de la inseguridad ciudadana. Las manifestaciones en la capital contra este flagelo de la sociedad se mantienen latentes y todo hace indicar que los actos criminales no cesan.
El Gobierno tiene que afinar sus acciones para lograr controlar la delincuencia, de lo contrario vendrá más caos porque la población necesita mayor respaldo en la lucha contra la criminalidad