La tragedia se hizo presente en la ciudad de Lima tras la deflagración ocurrida en un grifo abastecedor de gas. Han sido afectadas decenas de viviendas en varias cuadras a la redonda. Ni que decir de los daños personas, hablamos de un muerto y, al menos, 40 heridos por este hecho fatídico.
Este tema vuelve a poner en debate la situación de las instalaciones de este tipo en pleno caso urbano. Nadie puede negar que el crecimiento demográfico ha sido tan rápido que aquellos establecimientos que antes estaban en la periferia ahora terminaron en medio de zonas céntricas con gran cantidad de población alrededor.
Si hubiera la preparación del caso de los profesionales a cargo del manejo de estos establecimientos podríamos estar tranquilos. Sin embargo, somos testigos de la informalidad diaria en diversos sectores laborales. Esta situación deviene en accidentes fatales que se llevan vidas y familias de encuentro.
Ahora tenemos daños de todo tipo tras lo ocurrido con el grifo en Villa María del Triunfo. No es la primera vez, aunque esperamos que sea la última, que una maniobra de este tipo termina en tragedia. Recordemos lo ocurrido hace cuatro años con un camión cisterna en Villa el Salvador. Las heridas de aquel suceso aún no cierran en la sociedad.
El llamado va dirigido a nuestras autoridades. Aunque resulta repetitivo, las medidas de seguridad nunca serán pocas. Se requiere vigilar constantemente este tipo de instalaciones para garantizar la seguridad de visitantes y ocupantes para que no se repitan tragedias como lo ocurrido en el grifo de Villa María del Triunfo.
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