En julio de 1888, hace 135 años se leyó el recordado y famoso “Discurso del Politeama”, escrito por Manuel Gonzales Prada, el ensayista peruano hace casi un siglo y medio atrás, inmortalizó la frase que bien calza para la situación política e institucional que vivimos ahora.
“En resumen, hoy el Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota pus” escribió entonces, en medio de una campaña que intentaba recuperar las ciudades ocupadas por los chilenos, tras derrotarnos en la guerra del pacífico.
Ciertamente, nuestro país está enfermo y brota pus por donde se ponga el dedo, se ha perdido el orden, las buenas costumbres, las buenas prácticas, la improvisación y la corrupción generalizada se han apoderado de las instituciones y nos están llevando a una crisis y caos permanente.
Los recientes hechos ocurridos al interior del Ministerio Público, sobrepasan todo cálculo y sus máximos y “distinguidos” representantes han echado por la borda, los atributos que creíamos reunían quienes alcanzaron la designación que hoy ostentan.
Las riñas y peleas personales por preservar sus cuotas de poder, la defensa de sus intereses particulares, sus militancias políticas camufladas se han desbordado y la historia termina con resultados que deshonran a la magistratura.
El país en crisis política con una corrupción galopante, es el escenario de un sistema de justicia injusto, copado, ineficiente, en el mal juego, ahora están de turno los fiscales; “los emblemáticos” llevan años investigando casos y hasta hoy no hay ningún condenado, ninguna red de corrupción desbaratada, la mayoría de sus acusaciones están descalificadas, mediatizadas y politizadas, sin reparo alguno, han convertido la prisión preventiva en una condena anticipada dañando honras, personas y familias que alguna vez confiaron en la justicia.
Excesos y errores que profundizan la crisis política, social y económica que arrastramos hace varios años, desesperanza para quienes seguimos creyendo en un sistema democrático que se fortalece con instituciones probas.
Que se acabe la guerra civil interna en los poderes del Estado, que se recomponga el sistema de justicia, que el gobierno se reencamine, que los gobiernos subnacionales a través de sus representantes cumplan con el encargo que les han dado, y que la ciudadanía recupere su fuerza y liderazgo hace falta, para intentar reconstruir un país que está colapsado por causa de quienes lo integramos. Que Dios nos ayude e ilumine y nos haga el milagro.
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