Lo sucedido a la salida del consejo regional la tarde de este lunes muestra los niveles inimaginables de degradación a los que llega nuestra sociedad. Se perdió el respeto que todos nos merecemos como personas y se alentaron actos de violencia, en este caso, contra congresistas.
Así se pudo apreciar tras la pelea sostenida por el congresista Edwin Martínez con un ciudadano que reclamaba por el papel que ha jugado el Legislativo durante los últimos años. Se cuestiona que en muchos casos se encuentre de espaldas a la población al priorizar los congresistas sus intereses personales en lugar de impulsar normas que beneficien a quienes confiaron en ellos mediante su voto. De igual forma, legisladores como Diana Gonzáles debieron escapar a la carrera para evitar los enfrentamientos.
Sabido es que nuestro Congreso no es un ramillete de buena gestión y por el contrario se ve que durante los últimos años cada quien ha visto sus intereses y muchas veces juega en contra del país. La molestia de la ciudadanía se arrastra por varios años y lamentablemente se llega a extremos muy preocupantes como es atacar de manera frontal y física a los parlamentarios.
El problema de ello es que esto nos está sumergiendo en la oscuridad de la ignorancia. Así solo favorecemos a los congresistas que, frente a la situación, se victimizarán en lugar de proponer soluciones para mejorar nuestra problemática y concebir nuevas medidas que apunten a mejorar la producción del país.
Recordemos que la violencia jamás será el camino. Comprensible resulta la indignación contra quienes nos gobiernan, pero no debemos agredir, sino buscar nuevas alternativas para pedir a gobernantes y representantes que estén más acorde con los pedidos de los ciudadanos.