Una de las características mas evidentes de un adolescente es la incapacidad para anticipar las consecuencias de sus actos. Es lo que se conoce como inmadurez. Cuando Luis Alberto Sánchez escribió “Perú retrato de un país adolescente” lo hizo pensando en un país incapaz de aprender de sus errores, de evidenciar cuáles serían las consecuencias de sus decisiones.
Seis decenas de años después el Perú sigue siendo un país adolescente. En pleno bicentenario cuando se suponía que doscientos años de vida republicana iban a significar un antes y un después, el ingreso a una nueva era, cargada de optimismo de cara al desarrollo, el
Perú se encuentra, con seguridad, en la peor crisis de este siglo, y en una de las peores de su historia republicana, con una ausencia casi total de imperio, de autoridad moral. Esta situación ha vuelto a traer a la palestra, nuevamente, a reporteros o videntes de la coyuntura y lo notorio, que ahora reniegan de lo acontecido, pero que en su momento, cuando lo pudieron evitar actuaron como escuderos de Pedro Castillo, real inicio del drama que atravesamos. En ese sentido recuerdo como, en agosto del 2021, señalaba que un país con un Congreso con 45 parlamentarios investigados era inviable y que mejor era una convocatoria a elecciones, los mismos que hoy se lamentan de lo que estamos padeciendo en estos días, me descalificaban argumentando que mi reclamo tenía que ver con intereses de coyuntura y no los que corresponden a la patria.
Más de sesenta años después que Sanchez escribiera uno de sus libros más icónicos, no aprendemos del error. Seguimos entusiasmándonos con candidatos de cartón que vienen del mundo del espectáculo o de la farándula, con irresponsables que creen que la juventud es eterna así se tenga mas de 80 años o de individuos que no dudaron en asesinar a policías rendidos. No aprendemos del error. Un país como el nuestro debería tener como principal objetivo el aprender a votar, a decidir, a elegir, pensando en lo que significa ser autoridad en el país o, mejor aún, que es lo que queremos y a quienes debemos tener como gobernantes.
El Perú se juega su futuro. No resistirá un periodo más con tanta incompetencia. Desde ya hay un gran desafío en tener 30 partidos en la lid con pocos incentivos para unirse. Aprendamos a no votar por logos ni simpatías personales sino por lo que consideramos es lo mejor para el Perú.