Opinión

Buscando la Navidad

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DIARIO VIRAL

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Me pregunto, ¿quién es su sano juicio se pondrá a leer un diario o una columna de opinión un 24 de diciembre? Es evidente que la respuesta a esa pregunta es un rotundo NADIE. Y está bien, dado que estamos en Noche Buena y en víspera de Navidad. Y, por supuesto, me imagino que nuestros queridos lectores están más ocupados en lo que realmente es importante en estas fechas: la comida, la bebida, los regalos, las visitas, los viajes, etc.

Y es evidente que hay una gran diferencia entre lo que significa la Navidad y lo que realmente es la Navidad. Y esta fiesta me parece tan interesante y peculiar (y por eso me gusta) porque nos permite ser hipócritas sin ningún tipo de remordimiento. Veamos algunos ejemplos. Nos llenamos la boca diciendo que la Navidad es una fiesta espiritual en la cual prima lo más importante es la paz, amor y armonía familiar; sin embargo, todos, repito, todos sucumben ante el consumismo y materialismo propio del sistema capitalista en el que vivimos. 

¿O acaso nuestros lectores no están como loquitos en los centros comerciales buscando los regalos de última hora? ¿Acaso no están haciendo interminables filas para conseguir el pavo, pollo o chancho para la cena, las mejores bebidas alcohólicas para hidratar el cuerpo que, pasadas las 12 de la noche, sucumbirá ante los ritmos de moda? Se van a golpear el pecho y comulgan todos los domingos, pero son tan iguales que los mercaderes que Jesús expulsó del templo de Jerusalén. ¿Acaso no se la pasan peleando todo este 24 para decidir dónde pasaran las 12? ¿En casa de los papás del cónyuge o de los papás de la cónyuge? La paz y armonía familiar es lo último que se cumple, tal vez pasada la misma hora del nacimiento de Jesús, cuando ya todos están adormecidos por el alcohol. Todo lo que pregonan durante el año, ¿realmente lo cumplen? Políticos que invocan la honestidad, pero son los primeros en alimentar la corrupción del sistema.

Padres y madres que pregonan el amor, pero son los primeros en rechazar a sus hijos por “ser diferentes”. Hijos e hijas que pregonan el respeto, pero maltratan física y/o psicológicamente a sus padres y abuelos. Y podemos seguir con más ejemplos; en fin, la Navidad es una hermosa fiesta de la hipocresía.

El diagnóstico realizado anteriormente no significa que siempre tenga que ser así. Pueden cambiar, deben cambiar. 
Claro está que no será fácil y no bastará con rezos al niño Manuelito. Depende de cada uno, del cambio permanente que se haga en la vida pública y privada. Solo así se regresará a esa Navidad en la que se creía en la infancia.

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