Un instrumento de la democracia que permite corregir errores o enmendar rumbos es el cambio de ministros. Estos, como responsables de diversos sectores, no fungen solo de fusibles sino de encargados de generar, en conjunto, bienestar para la ciudadanía. Se ganan la legitimidad en base a la aceptación o popularidad que generan.
Esta se mide en las encuestas y, al ser protagonistas políticas, tienen en la percepción ciudadana una forma de construir confianza. La percepción, el como siente un ciudadano una situación, es fundamental para el éxito de cualquier política pública.
El Perú tiene en el crecimiento de la delincuencia en general al principal de sus problemas. Lo sufre la sociedad en su conjunto. Ya no hay excepciones. La delincuencia la sufre el ciudadano que sufre del robo de sus celulares o laptops, el pequeño negocio que es baleado por la extorsión, el transportista al que le exigen el pago diario de cupos o a la gran empresa minera a la que no dejan operar. En estos momentos la extorsión sigue ampliándose en el sector de la Construcción (el propio alcalde de Lima anunció que el municipio era extorsionado) y en el financiero: se está ahuyentando a las cajas de préstamo. Si lo logran los pequeños empresarios tendrán que recurrir a los delincuentes del gota a gota.
Por otro lado, ha aumentado el número de asesinatos. El mes de enero ha sido el mes en el cual el Perú ha batido todos los registros de asesinatos: 182. Y desde que asumió en el mes de diciembre del 2022 mas de 3800 peruanos han sido asesinados y la cifra parece que seguirá incrementándose.
Por eso todo parecía indicar que la salida del ministro Juan José Santivañez era imprescindible. Llegó rodeado de una aureola de audios en la cual ofrecía hacer cualquier cosa con tal de obtener el cargo y mantenerse. Parece que lo ha logrado siendo del gusto de la cuestionadísima Dina Boluarte. En lugar de salir del gabinete la señora Boluarte lo ha ratificado caprichosamente. Todo parece indicar que seguiremos a la deriva pues el señor Santivañez no solo no demuestra capacidad para el cargo sino que está imbuido de cuestionamientos e investigaciones. La propia Policía Nacional de Perú sufre de desprestigio como consecuencia de la ausencia total de liderazgo.
Los cambios efectuados en el gabinete son cosméticos. Dina Boluarte no piensa en el Perú sino en lo que mas le conviene. El país, así, sigue en caída libre.