Quienes pertenecemos al mundo académico conocemos la importancia de los libros, no solo en nuestras vidas personales y profesionales; sino también para el desarrollo y progreso de las sociedades. Una comunidad sin libros y sin lectura es una comunidad condenada al atraso y a la manipulación de quienes si tuvieron la suerte de leer y educarse. Como en muchos casos, el acceder a buenos libros es costoso, de ahí la importancia de las bibliotecas no solo como depositarias del acervo bibliográfico local, sino también como promotoras de la cultura.
Un 22 de marzo del año 2011 el entonces presidente del Gobierno Regional de Arequipa, el destacado académico y filósofo Juan Manuel Guillén Benavides, tuvo la acertada idea y, principalmente, férrea decisión política de darle a nuestra región una biblioteca digna de su tradición cultural, y qué mejor idea que nombrarla en honor a uno de los arequipeños más ilustres y escritor vivo peruano más premiado a nivel mundial. Así nació la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa. Años después, el mismo Vargas Llosa manifestó su deseo de donar su biblioteca personal a la ciudad que lo vio nacer, de allí surgió una biblioteca especializada y contigua a la primera: la Biblioteca personal de Mario Vargas Llosa. En estos doce años la biblioteca ha estado a cargo de 3 directores, uno de los cuales solo será recordado por que durante su gestión “desaparecieron” ejemplares bibliográficos y material logístico.
En estos años se incrementó considerablemente la cantidad y calidad de libros, no por decisión y voluntad política de las autoridades, sino por donaciones de destacados intelectuales arequipeños, entre los que destacan: Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio, Teodoro Núñez Ureta, Eloy Málaga, Víctor Raúl Sacca Abusabal, etc. Miles de libros donados para ser puestos a disposición de la comunidad; sin embargo, como es el caso de la biblioteca donada por Víctor Sacca, luego de 7 años, aún siguen en cajas, esperando algún día poder estar en las manos de los lectores.
¿Con qué seguridad futuros académicos podrían siquiera considerar donar sus libros a la biblioteca regional si no hay la voluntad de ponerlos a disposición?
Han pasado casi 3 meses desde que el rector de la UNSA, Rohel Sánchez, asumió el cargo de gobernador regional y hasta la fecha la biblioteca regional no tiene un director o directora, así como lo leen. Una de las instituciones culturales más importantes de la región viene funcionando “sin cabeza”, solo gracias al esfuerzo y compromiso de sus trabajadores administrativos.
Una muestra más del poco interés y nula preocupación de nuestras autoridades regionales por la cultura y la educación de la región.
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