La contaminación de nuestros recursos naturales no debe ser un tema que tenga que pasarse por alto. La semana que inicia lo hace con la urgencia de verificar los daños en el río Tambo, afectado por la actividad de la minera Aruntani. La evidencia aparece con las aguas con tono amarillento del principal afluente de la provincia de Islay. Ello incluso obligó a paralizar la producción de agua potable por los altos niveles de daños.
Ahora la población de Islay se mantiene preocupada. Todo hace indicar que hubo una falta de visión hacia la actividad extractiva que se desarrolla en esta y otras provincias alejadas. Lamentablemente, la consecuencia es la misma: el descuido de las autoridades estatales origina desbordes de elementos contaminantes y las sanciones no aparecen en el horizonte.
Los casos de contaminación no son de ahora. Tenemos reclamos en otras provincias de Arequipa donde la tónica es la misma. Camiones con material minero que circulan cerca a poblaciones vulnerables, desechos vertidos al mar o a los ríos que sirven de fuente de alimento a los pobladores, entre otros problemas que poca o nula atención reciben de los gobernantes.
En ese contexto se necesita más acciones del Gobierno para evitar llegar a estas consecuencias. Se trata de proteger nuestros recursos naturales. A la par, las inversiones no deben detenerse pero ello debe ir acompañado del seguimiento y fiscalización necesaria para evitar daños colaterales a nuestra naturaleza.
Que no se repitan nuevos escenarios como en el río Tambo. En manos de todos se encuentra esta responsabilidad y hay que tomarla con seriedad.