Resulta frustrante comprobar la calamitosa situación de los locales de instituciones educativas, en tiempos de lluvias; la carencia total en los centros de salud, desde las postas médicas, hasta los hospitales; el desorden comercial y el tráfago de la gente que busca llegar temprano a su centro laboral y, no lo consigue, por la infernal congestión vehicular.
Esta realidad, que parece una película de ficción, es parte cuasi natural de nuestra vida diaria. Lo peor es que así lo toleramos; si pues, somos una población sufriente. Nos hemos acostumbrado a convivir con la indiferencia de las autoridades, con sus caprichos, su precariedad de capacidad e iniciativas, para cambiar esta infausta realidad. Sucede en nuestra región y en todo el país.
¿ Cuál es la causa de no lograr la solución de estos problemas, especialmente en nuestra región Arequipa? El ciudadano común y corriente, por un elemental sentido común, nos facilita la respuesta. La población se equivoca, cuando acude a las ánforas para colocar su voto. Se ha institucionalizado la elección afectiva, emocional, desinformada y, “ahí está la madre del cordero”, como dijera, en su canción, Tito Fernández, “el temucano”.
Apreciados lectores, el tema no es económico, porque dinero, sí hay, lo que sucede es que no existe capacidad, ni voluntad para atender vitales requerimientos de la población como la salud, por ejemplo. Según información de la página oficial del Ministerio de Economía y Finanzas – MEF- que ha tomado, como fuente, el semanario Todo Minería, en su edición del 5 de enero 2025, se conoce que en el año 2024, Arequipa, ha recibido 1142 millones de soles, por concepto de canon y regalías mineras; monto que ha sido destinado para el gobierno regional y los gobiernos locales de las 8 provincias de Arequipa.
Estamos en un período preelectoral, Arequipa requiere un cambio total y radical en la política. Necesitamos garantizar el desarrollo económico, social e integral. Los electores tenemos la impostergable responsabilidad de informarnos profundamente, acerca de los candidatos, para no “verter lágrimas sobre la leche derramada”. Es una obligación de cada uno de los electores, realizar una minuciosa investigación, con el sano propósito de conocer: vida, acción y precedentes políticos, de las personas – candidatos - que solicitan nuestro voto. En caso de no hacerlo; entonces, por enésima vez, tendremos más de lo mismo.