En Lima, entre 1876 y 1877, la escritora argentina Juana Manuela Gorriti animó una serie de reuniones literarias donde participaron un grupo de escritores de reconocida valía. Se debe destacar la participación de un grupo de mujeres como Rosa Ortiz Zevallos de Raborg, Cristina Bustamante, Manuela Villarán de Plascencia, Mercedes Cabello de Carboner, Adriana Buendía, etc. En Lima del siglo XIX, fue una costumbre de las familias oligárquicas copiar las costumbres literario-palaciegas de la monarquía francesa del siglo XVIII. Durante la Independencia, muchas mujeres fueron acusadas de subversión simplemente por leer libros “prohibidos” por las leyes de España y de la Iglesia Católica.
El miércoles 19 de julio de 1876, se realizó la Primera Velada en la casa de Juana Manuela Gorriti. La escritora arequipeña Adriana Buendía (quien en 1872 integró el comité editorial de la revista La Bella Limeña) participó con su texto -catalogado como fantasía literaria “Las Flores y las Mujeres”, leído por Abelardo Gamarra.
La afirmación “la sabia naturaleza que todo lo ha creado”, nos deja percibir las lecturas evolucionistas que se estaban realizando en el Perú, y, especialmente en Lima desde la segunda parte del siglo XIX. Un sector del pensamiento liberal peruano se estaba inclinando por posiciones anticlericales o ateas. Son los antecesores directos del anarquismo y el anarcosindicalismo que serán vigentes luego de la Guerra contra Chile.
No es una contradicción; por el contrario, es parte de una formación educativa propia de sociedades conservadoras. En este caso, Buendía asume que, tanto Eva como la Virgen María son mujeres elegidas para realizar una gran obra. Una obra divina. Eva fue el fin de la creación en su primera etapa; mientras la Virgen María es el origen de la creación en su segunda etapa. Y, todo esto tiene un contenido netamente religioso, lo que se contrapone con la primera parte del texto que se centró en la evolución de la materia.
Es que no todo el pensamiento liberal discurre –inexorablemente- hacia posiciones ateas o materialistas; existen posiciones dentro del liberalismo que comparten el espacio con pensamientos religiosos, de los más diversos y extendidos. El discurso de Adriana Buendía va por esa ruta. Algunos, equivocadamente, le han denominado “Liberalismo Conservador”. Cuando, simplemente, es una de las tantas rutas que el liberalismo tomó a fines del siglo XIX y durante todo el siglo XX.
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