Llegamos al punto más alto de una semana cargada de celebraciones. En diferentes sectores de la ciudad se contará con actividades de todo tipo y para todos los gustos. Sin embargo, debemos dejar en claro lo que viene siempre después de estos festejos y que, lamentablemente, pone el lado negativo de algo que debería ser un espectáculo.
Más allá de quienes celebren Halloween o la Canción Criolla, lo cierto es que el panorama a las primeras horas del 1 de noviembre es muy desolador, incluso troglodita. Para comenzar, están quienes prolongan los festejos más allá de lo que el sentido común indica, todos los estratos sociales terminan hechos añicos, por tanto moderen su consumo de alcohol. Así vemos incidentes en los cuales hay hasta problemas con personal de la Policía y serenazgo que tienen como misión retirar a quienes afectan el orden en las calles de la ciudad.
Otro aspecto que resiste más de un análisis es la alta cantidad de residuos que encontramos en las calles. Gran número de latas, botellas y demás objetos deben ser recogidos por el personal de limpieza pública que tiene una ardua labor después de cada feriado para dejar a nuestra ciudad como lo que debería ser: la cara de presentación ante quienes la conocen a nivel mundial. Por el contrario, si no fuera por estos hombres y mujeres, seríamos el ejemplo vergonzoso de mala gestión en torno a un tema tan delicado como la protección del medio ambiente.
Quienes salgan a divertirse esta noche tienen el compromiso de al menos evitar que se repitan los excesos. Nadie está prohibido de divertirse. Por el contrario, siempre son necesarios los momentos de relajación, sin embargo esto no debe ser confundido con pasarse de los límites que el buen sentido nos permite.
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