Mientras la Municipalidad Provincial de Arequipa se felicita a sí misma por el asfaltado de un tramo de apenas 600 metros lineales de la avenida Andrés Avelino Cáceres, cabe preguntarse si esta obra justifica realmente la puesta en escena con bombos, platillos y titulares. En un contexto urbano donde se espera eficiencia, sostenibilidad y visión de futuro, lo realizado apenas cubre lo mínimo: una carpeta asfáltica sobre la antigua vía, sin drenaje pluvial, sin mobiliario urbano digno, sin señalización moderna, y —lo más evidente— sin un solo árbol o arbusto que amortigüe el calor ni mejore mínimamente la calidad del espacio público.
¿Dónde está el enfoque ambiental? ¿Dónde está la inclusión de veredas accesibles, la seguridad peatonal, el diseño pensado para personas y no solo para vehículos? Es preocupante que en pleno 2025 se sigan ejecutando obras públicas como si estuviésemos en los años 90: rápidas, planas, sin alma ni sostenibilidad. Ni una sola banca, ni sombra, ni integración estética. Solo asfalto y anuncios.
Y si el contenido es pobre, la puesta en escena es aún más llamativa: se organizan eventos, conferencias de prensa, recorridos oficiales y publicaciones triunfalistas. Se vende como “gran logro” lo que debería ser un trabajo rutinario, un mínimo administrativo. Asfaltar 600 metros sin ninguna innovación ni beneficio integral no es un avance, es cumplir a medias con lo básico. Y si eso se convierte en la medida del éxito, entonces no estamos progresando, solo estamos administrando el estancamiento.
Arequipa necesita mucho más que capas de brea sobre el concreto gastado. Necesita planificación urbana con visión de futuro, necesita corredores verdes, drenaje sostenible, espacios públicos de calidad. Y necesita, sobre todo, autoridades que entiendan que hacer ciudad no es solo echar asfalto, sino construir dignidad.
Pero claro... quizás pedir árboles, bancas y sombra, donde solo ven cemento, inauguraciones y votos fáciles, es pedir demasiado.
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