Ayer, 14 de junio, se cumplieron los 130 años de nacimiento del Amauta José Carlos Mariátegui. Este destacado intelectual nació en 1894 en Moquegua, tuvo una infancia muy complicada, pero una juventud y adultez muy prolífica en cuanto a producción literaria y política. Aunque murió muy joven, sus planteamientos marxistas y su influencia posterior son, siguen y seguirán siendo motivo de estudio y debate.
Mariátegui es considerado uno de los primeros marxistas latinoamericanos. Su obra principal, “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” (1928), es un hito de la teoría marxista aplicada a nuestra realidad, ya que no se limitó a aplicar dogmáticamente el marxismo europeo; sino que lo adaptó a las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales del Perú. Dicho libro tiene más de 80 ediciones, no hay autor marxista peruano y latinoamericano que haya logrado tamaña hazaña. Otro de los aportes más significativos de Mariátegui es su planteamiento sobre el problema del indio. A diferencia de otros marxistas de su tiempo, Mariátegui reconoció la importancia del indio y su lucha por la tierra.
Para él, el problema indígena era, ante todo, el problema de la tierra y, por lo tanto, central para cualquier transformación social en Perú. Por lo que era justo y necesario devolver las tierras a sus legítimos propietarios: los indios; solo así se podría lograr su real autonomía. Su visión fue pionera y sigue siendo relevante en las luchas contemporáneas por los derechos de los pueblos indígenas en América Latina. Por otro lado, también destaca su crítica al colonialismo y al imperialismo. Mariátegui fue uno de los primeros en señalar la manera en que las estructuras coloniales persistían en América Latina y la forma en que el imperialismo estadounidense estaba configurando la política y economía de la región. Esta crítica ha sido fundamental en la formación de partidos políticos antiimperialistas en América Latina, que incluso usan su imagen como símbolo de lucha. La combinación de marxismo, indigenismo y antiimperialismo que Mariátegui propuso sigue siendo una guía teórica y práctica para muchas personas.
Escribir sobre el Amauta en una sola columna resulta insuficiente e injusto para una mente tan brillante como la suya. Baste decir y reconocer que todos los movimientos de lucha obrera y sindical que consiguieron grandes derechos laborales, lo hicieron guiándose por sus ideas; sin embargo, también hay que decir que existieron personas con malas intenciones que realizaron interpretaciones antojadizas y perversas de su pensamiento. Estoy convencido que Mariátegui repudiaría el uso y abuso de su imagen y sus escritos para fines criminales y terroristas.