Dina Boluarte cumplió dos meses al mando de las riendas del país y lamentablemente el saldo no resulta positivo. Las cifras de fallecidos bordean las 58 víctimas mortales, además de decenas de heridos entre manifestantes y policías. No se ha llegado a consensos con la actual clase política y se vienen postergando diversas iniciativas a favor de medidas que permitan la estabilidad del país.
En esta situación, la mandataria ha tenido que cambiar a integrantes de su primer gabinete buscando personas que brinden mayor confianza y puedan llevar adelante las políticas de gobierno.
Bajo esta premisa, el Congreso tampoco ha ayudado en solucionar esta crisis. Los continuos desencuentros entre nuestros parlamentarios demuestran que solamente, en la mayoría de casos, están priorizando sus intereses y ello no ayuda a mejorar la salud de un Perú desangrado por diversos golpes que infringen a diario aquellos que deberían preocuparse por la solución de los diversos problemas.
Los pedidos de renuncia y vacancia, sumados a la exigencia de una nueva Asamblea Constituyente que nos otorgue una carta magna que reemplace a la de 1992, son las principales banderas de quienes forman parte de las protestas que iniciaron casi a la par del gobierno de Dina Boluarte. A esto debemos sumar otros problemas igual de importantes que deben verse en los poderes Ejecutivo y Legislativo. Sin embargo, la atención solo se desvía a la discusión política.
En este contexto, Dina Boluarte lleva dos meses en el mando, pero han parecido dos años. Las acciones realizadas por los integrantes de la clase política han impedido que se cuenten con mejores herramientas para que durante los últimos sesenta días se pueda dar mejoras en nuestra bicentenaria nación.