En una visita de una semana Kareen Spano dejó una huella interesante en el mundo artístico arequipeño.
¿Cómo inicias en el mundo de las artes? Me inicié en el mundo del arte desde muy chica. Pero ese me parece un término privilegiado. Yo nací artista, en una familia de artistas. Mi madre es pintora, mi abuelo fue cantante de ópera, mi prima es cantante de ópera también. No creo que uno se inicie en el arte. Uno nace artista. Como uno nace médico o sacerdote. Es una vocación, se nace así.
¿Qué experiencia te ha aportado la actuación? La actuación me ha aportado mucha experiencia. De no ser por el teatro, más allá de la actuación, yo seguramente no estaría viva. El teatro me dio disciplina, control, el arte indispensable de la escucha a los demás. Me enseñó a respirar, a moverme, a controlar mis nervios, a escoger mis impulsos. Me hizo un poco más capaz de vivir en sociedad.
De paso me llevó de viaje por el Perú y al extranjero. Pero ser artista en el Perú no es nada fácil. En ningún área. Y por lo que veo, cada vez es más difícil serlo en el resto del mundo. Los gobiernos actuales alrededor del mundo no apoyan al arte como lo hacían antes. Me da la impresión de que mientras menos artistas haya, tanto mejor para la mayoría de gobiernos. El arte te impulsa a descubrir el alma de las cosas, a pensar, a sentir, a comprender que no eres ni tienes porqué ser parte de un rebaño. En síntesis, los artistas somos inconvenientes para los gobernantes.
¿Cómo se va gestando tu último poemario “Cartas de Ultramar”? Mi poemario va bien. Los ejemplares que traje a Arequipa se agotaron, los que traje para vender en librerías están en la librería Fabla Salvaje. Digo lo que pasa. Quienes lo lean son quienes deben decir si les gusta o no. Aunque repito, en el mundo si encajas y gustas a todo el mundo es una bandera roja, una señal de alarma.
Acuérdate por ejemplo de lo que (nuevamente) le dijeron a Vallejo cuando presentó en Lima, Trilce. “Payaso”, le dijeron en ese entonces en la revista Oiga. Y otros artistas también, probablemente por estrechez mental, envidia, estupidez o sabe Dios qué.
También pintas ¿Se entrelazan estas artes en tus trabajos? Sí, también pinto. También tuve una banda punk, cerca a la cuarentena un cuarteto criollo, maquillo, bailé, tuve un restaurante, soy asesora literaria y a veces agente. He hecho un poco de todo. Me he atrevido a muchas cosas porque necesito sobrevivir de mí. Hago paddle. Yo tengo un alma atormentada, que está siempre en búsqueda. No tengo muchos amigos, pero miles en Facebook. Actualmente de lo que vivo es de asesorar escritos y de editar textos. Ese trabajo me gusta porque me dedico a la parte artística de la asesoría, es decir, me comprometo a conocer a la persona con la que trabajo y a que el autor encuentre su propia música, su propia voz. Es un trabajo muy íntimo y muy intenso. Me gusta.