El sueño no es un lujo, sino una necesidad biológica esencial. El descanso adecuado no sólo impacta en nuestra energía diaria, sino que también determina nuestra salud a largo plazo. Así lo ha demostrado un reciente estudio de la Universidad Médica de Wenzhou (China), publicado en la prestigiosa revista BMC Public Health.
Por ejemplo, dormir más de siete horas diarias está vinculado con una mayor longevidad y un envejecimiento saludable. Sin embargo, el déficit o exceso de sueño puede tener consecuencias adversas, desde deterioro cognitivo hasta un aumento en la mortalidad.
Lo cierto es que durante el sueño, el cerebro y el cuerpo realizan funciones esenciales. La presión arterial, la temperatura corporal, y la secreción hormonal se ajustan, mientras que se eliminan neurotoxinas del cerebro y se reparan las células dañadas.