La presencia militar de Estados Unidos en el caribe volvió a intensificarse tras el arribo de aeronaves y unidades terrestres a Puerto Rico, en un contexto de creciente tensión con el gobierno venezolano. Aviones de transporte C-130J, helicópteros y vehículos blindados fueron vistos operando en la base aérea de Aguadilla, confirmando un despliegue estratégico de gran escala.
El movimiento incluyó también aeronaves CV-22 Osprey, vehículos tácticos Humvee y unidades MRAP, lo que evidencia una operación logística de alto nivel. A esta actividad se suman ejercicios recientes en la antigua base naval de Roosevelt Roads, donde se observaron cazas F-35, helicópteros Black Hawk y maniobras de desembarco militar, marcando el retorno de operaciones de gran magnitud en la zona.
Fuentes estadounidenses señalaron que el despliegue forma parte de una estrategia más amplia para reforzar la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro, al que Washington acusa de vínculos con el narcotráfico. En ese marco, Estados Unidos ha incrementado la presencia naval en el Caribe y ha interceptado buques con cargamentos de crudo venezolano, como parte de una política de cerco económico.
El propio gobierno estadounidense confirmó que ha intensificado la vigilancia marítima y aérea, priorizando la interdicción de rutas del narcotráfico y el control de embarcaciones vinculadas al comercio petrolero venezolano. De acuerdo con fuentes oficiales, más de 15 mil efectivos y una flota compuesta por portaaviones, destructores y aeronaves de combate participan en las operaciones.
Desde Caracas, el régimen de Nicolás Maduro calificó estas acciones como una “agresión directa” y denunció una campaña de presión internacional. Sin embargo, desde Washington advierten que las operaciones continuarán mientras no existan cambios políticos sustanciales, consolidando un escenario de alta tensión regional con implicancias geopolíticas de gran alcance.
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