Escribe: María Coaguila Torres
En la silenciosa campiña de Socabaya, donde el viento susurra entre los cerros y el tiempo parece detenerse, se alza una tradición que trasciende generaciones: la cría de caballos de paso peruano. A la cabeza de esta noble labor está Félix Medina Linares, un hombre cuya vida está entrelazada con estos majestuosos animales desde que tiene memoria. Su historia no es solo la de un criador, sino la de un guardián de una herencia que corre por su sangre.
Félix Medina, a sus 60 años, lleva con orgullo el legado que le dejaron sus abuelos, Daniel Medina Tejada y Segundo Linares Salas, quienes, en sus respectivos pueblos de Socabaya y Yarabamba, comenzaron la crianza de caballos de paso. Esta pasión no solo es un oficio para Félix, sino una forma de vida que comparte con su familia, uniendo a generaciones en torno a estos animales que, según él, son el alma de su hogar.
“Esta crianza genera unión porque se desarrolla en familia, monta mi esposa, todos mis hijos, mis hermanos, mis sobrinos, y así vamos a cabalgar”, comenta Félix con una sonrisa que refleja su profundo amor por lo que hace. No es raro verlos juntos, cabalgando como un solo ente, en una sincronía perfecta que parece ser fruto de un vínculo que va más allá de la sangre, forjado a través de los años, sobre las monturas de sus caballos.
Cada año, la familia Medina se embarca en una peregrinación a Chapi, un recorrido sagrado que no solo honra a la Virgen de Chapi, sino también a su propia historia. Desde que tenía 42 años, Félix participa en esta cabalgata, y cada vez que lo hace, siente la presencia de sus ancestros acompañándolo, como si sus espíritus cabalgaran a su lado, guiando su camino.
Los caballos de Félix no son simples animales, son miembros de su familia. Criados con esmero, cada uno de ellos tiene un lugar especial en su establo, donde son cuidados con una dedicación casi reverencial. Sus boxes donde duermen los animales, personalizados, son un reflejo del respeto y el cariño que Félix y su familia les profesan.
La alimentación de estos caballos es meticulosamente planeada, combinando lo mejor de lo verde con lo seco, asegurando que cada uno de ellos reciba la nutrición necesaria para brillar en los concursos.
CALIDAD. Y es que la Asociación de Criadores de Caballos de Paso y Toros de Pelea de Socabaya, de la cual Félix es presidente, no tienen cualquier tipo de corcel. Son el resultado de años de trabajo, de una crianza que busca la excelencia, que se esmera en mantener la pureza de una raza que es orgullo nacional. Con más de 150 caballos, la asociación no solo es un lugar de encuentro para los amantes de esta raza, sino también un espacio donde se fomenta el conocimiento y la preservación de esta herencia.
El próximo concurso sur de caballo peruano de paso, que se realizará del jueves 15 al domingo 18 de agosto, será una oportunidad más para que los miembros de la asociación, muchos de los cuales ya ganaron primeros puestos en anteriores competiciones, muestren con orgullo el fruto de su esfuerzo. Pero para Félix, más allá de los trofeos y los aplausos, lo más valioso es lo que estos caballos representan: la continuidad de una tradición familiar que, generación tras generación, sigue viva, galopando fuerte en el corazón de cada uno de sus descendientes.