Cerro Colorado. La principal tarea de un sacerdote es evangelizar y predicar la palabra de Dios, pero siempre hay algunos sacerdotes que quieren ir más allá de esa responsabilidad y buscan aliviar el sufrimiento de la humanidad.
El padre Alaín Leroux, de origen francés, fue uno de ellos. Llegó a Arequipa a realizar su labor en la zona de Semirural Pachacútec, en el distrito de Cerro Colorado. Inicialmente cumplía con sus funciones de párroco, pero poco a poco pudo percibir la necesidad de los pobladores, tuvo un especial interés en los niños y jóvenes, motivo por el cual en el año 2005 decidió crear el albergue de menores Hogar de Cristo que subsiste a pesar de las adversidades.
Tuvo a su cargo a decenas de niños que crecieron bajo su constante mirada, rodeados de amor, pero sobre todo de enseñanzas que se basaron en tener como pilar la unión familiar, la ayuda mutua y ser personas de bien.
Tenía muchas tareas por cumplir, pero lamentablemente en noviembre del 2017 un infarto le arrebató la vida a sus 78 años luego de haber realizado 27 años de incomparable vida pastoral. Dejó de existir cuando estaba a cargo de la capilla Divino Redentor en Semirural Pachacútec, y los templos Señor de los Milagros de la Urb. Atahualpa, Virgen de Chapi de Mariscal Castilla.
Cientos de feligreses lloraron su partida en la capilla Mariscal Castilla donde fueron velados sus restos.
EL LEGADO. A cinco años de la partida del padre Alaín Leroux su legado perdura y hoy en día fue asumida por cuatro personas: Silvia Soncco (asistenta social y directora), José Antonio Tacca (cuidador y encargado del mantenimiento), Linda Huamaní (cuidadora y encargada de limpieza) y Francisco Ventura (chofer).
Aquellos niños temerosos y callados que cobijo el padre francés recibieron un importante soporte psicológico, educación, alimentación, vestimenta, pero sobre todo valores y la tarea de ser personas de bien. Decenas de ellos luego de haber estudiado una carrera universitaria o técnica ya tiene sus familias donde replican la enseñanza que recibieron en el albergue.
“Nosotros seguimos con los mismos niños y jóvenes que había en el albergue que son 14, de los cuales ya tenemos dos estudiando: uno estudia ingeniería de sistemas en la Universidad Católica Santa María y el otro está en el Instituto Superior Honorio Delgado siguiendo mecánica de producción; todo gracias a la beca albergue”, cuenta la directora del albergue, Silvia Soncco.
Uno de los últimos en llegar fue Jaime, quien es sociable y fácilmente logra relacionarse con los visitantes.
“Estoy acá dos años, me siento cómodo y aprendí muchas cosas como hacer manualidades y elaborar pan. Nosotros somos una familia donde junto con mis hermanos no solo jugamos sino también tenemos nuestras obligaciones”, nos cuenta.
Él no solo ayuda en la panadería, sino también acompaña en las tardes a sus hermanos mayores a entregar el pan a las tiendas vecinas.
Raúl, tiene grabadas las palabras de su “padre” quien en todo momento le decía que debía seguir adelante a pesar de las circunstancias.
“Él me ha criado con mucho cariño y amor, siempre me inculcó valores y el trabajo en equipo, además en todo momento nos decía que somos una familia y tenemos que seguir como tal. Para él era muy importante los estudios por eso ahora me siento feliz de estar en la universidad, algo que estoy seguro lo hace feliz donde ahora este”, recordó.
EMPRENDIMIENTO. El sostenimiento del albergue depende del apoyo de dos asociaciones francesas quienes asumen los gastos de educación y servicios básicos, pero la ayuda más importante la reciben de los vecinos quienes llevan constantemente prendas de vestir e insumos para elaborar los alimentos de los menores.
“Con la crisis económica la ayuda ha dismunuido este año y al parecer el 2023 podría empeorar, por eso vamos a realizar gestiones con las empresas privadas así como en la red de centros de acogida para asegurar la alimentación de los menores”, comentó la directora del hogar de niños.
Pero, paralelamente hace unos meses iniciaron un emprendimiento con la instalación de una panadería donde los menores han aprendido a elaborar este producto, pero además venden a las tiendas vecinas una cantidad de 500 panes los días lunes, miércoles y viernes. Todo lo recaudado sirve para el sostenimiento del albergue.
“Hemos elaborado horarios para que ellos de una u otra manera se adapten y aprendan porque les va servir para cuando ya no esten acá y sea una herramienta para que puedan trabajar. Hacemos pan integral, de yema, caracol, ciabata, francés, ade anís, entre otros”, dijo el encargado de la enseñanza de panadería,
El albergue espera la ayuda de la población arequipeña, empresas privadas y personas de buen corazón quienes pueden hacerles su ayuda con productos de primera necesidad, prendas de vestir, calzado y otros; lo pueden hacer llegar a la avenida Francisco Bolognesi con República del Perú, Semirural Pachacutec en el distrito de Cerro Colorado.