Escribe Nancy Cutimbo.
“Con él aprendí a ser madre”, remarca entre lágrimas y con el corazón destrozado Marilú Laura, madre del tiktoker "Kevin autista" su nombre real Lener Yeferson Choque Laura, el universitario falleció tras luchar incansablemente y concientizar sobre el autismo. La progenitora, devastada, denunció que su hijo era víctima del hostigamiento constante por parte de una docente de la UNSA que lejos de ayudarlo, presuntamente lo discriminaba y lo estancó en sus estudios, hecho que lo llevó a terminar con su vida el pasado 25 de diciembre tras sufrir una grave depresión. Hoy su familia pide justicia.
A pocos días de egresar de la universidad, donde luchó por cinco años, Lener Yeferson Choque Laura, cursaba el último ciclo en la escuela de Gestión, en la facultad de Administración de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA). Sin embargo, su futuro y planes se vieron truncados por el acoso y el maltrato que habría vivido en la casa de estudios, promovidos por una catedrática.
“A mi hijo le han hecho un hostigamiento en su tesis (sobre el autismo y TDH), le rechazaron sus trabajos continuamente (…) Él lo volvía a hacer, pero nuevamente le rechazaban. Lo minimizaban, lo maltrataban verbalmente, se burlaban de él”, reveló la madre con lágrimas en el rostro.
Por si esto fuera poco, la progenitora denunció una grave agresión de la docente que su mismo hijo le confesó antes de su deceso. “Kevin autista” le contó a su madre los fuerte calificativos despectivos que la docente le habría dicho por su discapacidad, llamándolo: “enfermito”
“Se burlaban de él, mi hijo me contó que la docente le decía a sus compañeros porque se juntan con ese “enfermito”. A raíz de ello, sus compañeros se alejaron de él, en los últimos días paraba solo, lo que lo llevó a la depresión (…) Mi hijo no es enfermo, si fuera enfermo estaría en el hospital y no en la UNSA", remarcó Marilú.
Los pronósticos del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) indican que el periodo de lluvias entre enero y abril de 2026 será normal a ligeramente por encima de lo normal en la región Arequipa. Se trata de un escenario crucial para la recarga de las siete represas del sistema regulado del río Chili, infraestructura estratégica que permite garantizar el abastecimiento de agua para el consumo poblacional, agrícola, industrial y minero en la ciudad de Arequipa.
En conjunto, estas siete represas —entre ellas Aguada Blanca, Chalhuanca, Pillones y El Frayle— tienen una capacidad máxima de almacenamiento de 409 millones de metros cúbicos de agua. Sin embargo, una parte importante del recurso hídrico aún no puede ser regulado y se va al mar, principalmente en épocas de lluvias, cuando los caudales superan la capacidad de almacenamiento existente.
POTENCIAL HÍDRICO. El exsecretario técnico del Consejo de Cuenca del Chili Regulado, Ronald Fernández, estima que a nivel regional hay unos 7 000 millones de metros cúbicos (m³) de caudal que entran al mar, de los cuales 2 500 millones de m³ que podrían ser regulados mediante la construcción de nuevas represas. Esta capacidad permitiría no solo asegurar el agua para la población actual y futura, sino también ampliar la frontera agrícola y garantizar el suministro para proyectos productivos estratégicos.
“Lo que requiere Arequipa es pensar en el desarrollo de los territorios en función al agua”, sostiene el especialista.
AGUADA BLANCA, UNA REPRESA LIMITADA. Un ejemplo de esta pérdida de agua ocurre con la represa de Aguada Blanca, vaso regulador del sistema del Chili regulado. Debido a la sedimentación acumulada con los años, esta infraestructura solo puede almacenar 20 millones de metros cúbicos, pese a que durante la temporada de lluvias hasta 80 millones de metros cúbicos adicionales rebosan y no son aprovechados. Ante esta situación, Fernández plantea la construcción de una nueva represa aguas arriba, en Sumbay, que permita captar estos volúmenes excedentes.
"En la ciudad de Arequipa se puede necesitar hasta cuatro represas, pero el problema es que no hay dónde construirlas y se necesitan hacer estudios. Si quieres más agua hay que construir más represas", comenta el jefe zonal del Senamhi, Guillermo Gutiérrez.
La urgencia de nuevas obras se explica también por el crecimiento urbano. La ciudad de Arequipa concentra cerca del 80% de la población regional, y la demanda de agua continúa incrementándose debido a la expansión urbana y la migración interna. De acuerdo con estimaciones técnicas, el recurso hídrico estaría asegurado solo hasta el año 2035.
REPRESAS PENDIENTES. En las zonas no reguladas de la ciudad, la brecha es aún mayor. En Yura, el Gobierno Regional de Arequipa impulsa la construcción de la represa Casa Blanca, que destinaría el 30% de su almacenamiento al consumo poblacional, mientras que el resto permitiría afianzar la cuenca en sectores como Quiscos, Uyupampa y Yuramayo. Asimismo, se proyecta la represa de Toma Grande en Mollebaya, y se requieren obras similares en Chiguata.
En la provincia de Islay, el río Tambo puede conducir hasta 300 millones de m³ de agua, pero gran parte no se aprovechan. Frente a ello, el Gobierno plantea la construcción de la represa de Yanapucyo, de menor capacidad de almacenamiento, bajo un enfoque de compensación hídrica para el valle del Tambo, históricamente afectado por conflictos y escasez.
En Caylloma, el sistema regulado del Colca cuenta con la represa de Condoroma, que abastece la irrigación de Majes. No obstante, se requiere una nueva represa en la cuenca intermedia para atender la creciente demanda poblacional en El Pedregal y los requerimientos de Majes Siguas II. Para la margen derecha de Caylloma, se plantea la represa de Sibayo.
En tanto, en la provincia de Caravelí, la construcción de las represas de Ancascocha e Iruro es considerada clave para fortalecer el desarrollo agrícola y reducir la vulnerabilidad frente a sequías.
SEGURIDAD HÍDRICA. Los especialistas coinciden en que la construcción de represas es solo una parte del enfoque integral de seguridad hídrica. Este concepto incluye también la conservación de las fuentes naturales de agua, la protección de cabeceras de cuenca y un uso eficiente del recurso.
La temporada de lluvias de 2026 se presenta como una ventana de oportunidad para recargar los reservorios existentes, pero también es un recordatorio de las limitaciones que enfrenta la región.