Uno de los centros de acogida residencial (CAR) en Arequipa, que no renovó la acreditación es San Aníbal Di Francia. Dicho albergue es especializado y atiende a 19 personas con discapacidades que tienen entre 9 a 26 años de edad. El hogar es privado y no recibe ningún apoyo del Estado para sostener a los niños con habilidades especiales. Sin embargo, hay exigencias costosas para que estén debidamente formalizados.
El coordinador general de San Aníbal Di Francia, Luis Miranda, asegura que ellos tienen la voluntad de renovar la acreditación, pero tienen que priorizar las necesidades de los vulnerables.
“Nos piden luces de emergencias, eso tiene un costo. No tenemos el dinero para gastar en ello. Sé que es un pedido para que el menor esté seguro, pero tenemos que priorizar lo más urgente, como alimentación, pañales, salud”, refirió Miranda.
El hogar San Aníbal Di Francia persiste por la caridad de las personas, no tienen financiamiento del Gobierno, al ser fundada por instituciones religiosas.
ABANDONO. Sin embargo, las donaciones o campañas que realizan para tener fondos (polladas, parrilladas) son insuficientes y los gastos cada día aumentan por el costo de vida.
Miranda cuenta que no solo es alimentación, vestimenta, también son pañales (ver cuadro). Por ello, no pueden cumplir con las exigencias del Estado.
“Los niños llegan al hogar o bien por vía judicial o porque los familiares los dejan. Sus necesidades son extremas. Hay abandono del Estado para los albergues. Si no los cuidamos nosotros nadie lo va a hacer”, sostiene Romero.
Pese a todo lo que cuesta mantener a los menores, Romero no pide una ayuda directa a su hogar, pues solicita una buena atención para las personas que sufren alguna discapacidad mental o física.
El coordinador de la casa hogar indica que los principales hospitales públicos no tienen a los especialistas capacitados para la atención de personas con habilidades especiales; lo que conlleva a que este grupo vulnerable esté expuesto a malos tratos.
“Yo pido que el Estado cumpla con la salud, bonos o alianzas para nuestros niños, pero hasta la fecha no lo hacen. Nos abandonan”, comenta Romero. La sonrisa y felicidad de aquellas personas en situación de desprotección es lo que motiva a Romero y otros voluntarios a seguir manteniendo la casa hogar San Aníbal Di Francia.