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Faucett: Tragedia que aún duele

Exfiscal encargado de esclarecer los motivos del accidente aéreo de Faucett en 1996 no fue autorizado para revisar la caja negra del avión

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LIBERTAD MERMA

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La oscuridad absoluta lo recibió y a lo lejos intensas llamaradas en forma de cruz lo guiaban por un camino hacia un infierno en la tierra. Eran las once de la noche del 29 de febrero de 1996 cuando el exfiscal Alfredo Arana Miovich inició su recorrido por la zona donde ocurrió el peor accidente aéreo en la historia del Perú. Ese día cayó un avión de la fenecida empresa Faucett con 123 pasajeros y tripulantes en una quebrada de Yura, en el sector conocido como Ciudad de Dios. Arana Miovich fue el fiscal encargado de investigar las causas del accidente y realizar las diligencias de levantamiento de cuerpos de ciudadanos que murieron a pocos minutos de llegar al aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón de Arequipa.

“Era mi último día de turno. Me llamaron advirtiendo la desaparición de un avión con 123 pasajeros. Eran las 8:30 de la noche y en una hora o más llegó la confirmación que ese avión cayó en una quebrada de Yura. Llegué a la zona. Todo era oscuro. Al caminar sentía que pisaba ropa, pero en realidad no sé si en mi trayecto pisaba cadáveres. No se miraba nada, solo las partes del avión que seguían incendiándose. Subí y bajé quebradas hasta llegar al punto del siniestro”, contó.

ESPERANZA. Al llegar a la zona exacta del accidente, el exfiscal aún tenía la esperanza de encontrar gente con vida. Él, su fiscal adjunta Carmen Portugal y la Policía guardaron silencio durante 15 minutos, esperando escuchar un llamado de auxilio. La muerte estaba presente, ninguna persona estaba viva y suspendieron la operación de buscar sobrevivientes.
Arana Miovich aún recuerda aquella noche. Había una espesa neblina, humo por doquier y olores a caucho quemado, cuerpos calcinados y metal fundiéndose. 

“Era una desgracia. Teníamos que avanzar rápido y convocamos a la Policía, Ejército, Cruz Roja, la Marina, Fuerza Aérea y autoridades. La estrategia era que el Ejército con su personal forme una vía desde la carretera hasta la zona del accidente para que ingresen los camiones y trasladen los cadáveres. Los hospitales comenzaron a preparar camillas, bolsas para los cuerpos y hacer espacio en la morgue”, explicó. 

El amanecer del 1 de marzo los acogió. Era cerca de las cinco de la mañana cuando llegaban los primeros rayos del sol. En el lugar estaban bomberos, marinos, efectivos policiales y de las Fuerzas Armadas. Fue cercada la zona en un radio de un kilómetro.

CASO SOSPECHOSO.  Mientras realizaban el operativo de recojo de cadáveres, el exfiscal Alfredo Arana Miovich tenía que encontrar indicios que permitan esclarecer los motivos que causaron aquel fatídico incidente que enlutó a 123 familias. El letrado encontró la caja negra del avión siniestrado y la resguardó para luego enviarla a Washington (Estados Unidos), ciudad donde se debe analizar la caja de voz de la cabina donde se escucha hablar a los pilotos y la información del vuelo como la altura y otras características. Ese análisis se debe hacer junto a un fiscal quien recibe un informe con las causas del accidente. 

“Fue un caso sospechoso, no me dejaron seguir investigando, no me dejaron viajar para escuchar los audios. La fiscal de la Nación, Blanca Nélida Colán, me sacó del caso y le pidió a un fiscal de su entorno que viaje a Washington a revisar la caja negra. Yo no estaba de acuerdo con lo que había hecho la fiscal, quería escuchar los audios y no me dejaron”, enfatizó.

Recuerda que durante su investigación, interrogó a un piloto de Aeroperú que viajaba detrás del avión siniestrado y le contó que el piloto del avión de Faucett, Juan Mayta, pedía insistentemente a la torre de control del aeropuerto de Arequipa que prenda las luces de la pista de aterrizaje. El personal le contestó que ya estaban prendidas. Mayta insistía: “Póngale mayor potencia” porque no veía ninguna luz. En ese momento dejó de hablar, al parecer se dio cuenta que estaba volando muy bajo y luego se estrelló con una quebrada en Ciudad de Dios.

“En mi opinión estaba manipulado el altímetro. Hay dos hipótesis: fue a propósito o se malogró durante el vuelo. El piloto tenía otra lectura sobre la altura del vuelo. Sin embargo, los resultados que trajo el fiscal de Lima era que el accidente fue culpa del piloto y ese altímetro estaba en buen estado. Para mí alguien manipuló el altímetro y no era culpa del piloto”, puntualizó.

El exfiscal solicitó explicación de expertos en aviación y le indicaron que el vuelo venía con errores por el altímetro. “No sé por qué culparon al piloto, no mostraron el informe y no dijeron el porqué”.

Resaltó que fue sospechoso que ese año ocurra ese accidente devastador que quebró a Faucett y pocos meses después ocurrió otro siniestro con un avión estrellado de la empresa Aeroperú y también desapareció del mercado.
Ante su molestia por ser apartado de la investigación, el letrado cuenta que Blanca Nélida Colán le dio felicitaciones públicas que fueron publicadas en el diario oficial El Peruano. En ese texto resaltaron su eficiente labor durante las investigaciones del accidente aéreo.

DESTITUIDO Y REINCORPORADO. En el año 2001 el exfiscal fue destituido de su cargo y tuvo que dejar sus funciones en el Ministerio Público. Arana Miovich se sorprendió con la decisión y presentó su caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos solicitando su reincorporación.

“Bien rara mi destitución. Parece que molestaba a alguien de poder porque constantemente hablaba sobre encontrar culpables en el accidente de Faucett. Aunque mi destitución fue por otro motivo, estoy seguro que querían retirarme. Pero, la corte emitió su fallo pidiendo mi reposición inmediata. Estaba molesto, en ese tiempo, y una vez me reincorporaron a la Fiscalía presenté mi renuncia. Sentí que la institución me había maltratado. Puse un estudio de abogados y me fue mucho mejor”, recordó.

LIBRO. El exfiscal planea contar su experiencia con el accidente aéreo escribiendo un libro. Tiene apuntes de los hechos que investigó en 1996 y esperaba contar con el archivo fiscal sobre el siniestro, pero esa documentación desapareció. Eran cientos de hojas ordenadas por tomos.

“Hay tanto que contar. Contaré mi verdad. Planeo sacar ese libro. Tengo material para hacerlo”, indicó. 
El letrado tiene recuerdos imborrables de aquel accidente que lo dejó afectado emocionalmente. Tuvo un cuadro de estrés, pesadillas y recuerda como suyo el dolor ajeno por la desgracia vivida en aquel accidente.

“Hasta ahora me quedé afectado. Yo era muy activo, hacía operativos antisubversivos, me subía a los techos para investigar o donde tenía que encontrar pruebas. Luego del accidente uno piensa lo frágil que es la vida. No se me borra el camino de llanto de mi fiscal adjunta cuando recogimos los cadáveres en dos camiones del Ejército. Era una marcha fúnebre que encabezamos para luego enfrentar el dolor de cientos de familiares”.
Ese dolor no terminó aquel 29 de febrero de 1996, sino las heridas permanecieron abiertas durante los siguientes días con el reconocimiento de algunos cuerpos y la tragedia que contaremos a continuación…


El 29 de febrero de 1996 la empresa peruana Faucett hizo su último vuelo que dejó sin vida a 123 personas. Es el peor accidente en la historia de la aviación del Perú. Para atender el caso se movilizó a cientos de especialistas.

Era conocida como Ciudad de Dios, pero esa noche se convirtió en un infierno para 123 personas. Fue un año bisiesto, el 29 de febrero de 1996. La empresa peruana Faucett ofreció el vuelo comercial 251 a las 7:30 de la noche. El origen del viaje fue el aeropuerto Jorge Chávez de Lima, el destino final era Tacna. Pero, antes haría escala en el aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón de Arequipa. 
El avión partió con 117 pasajeros y seis tripulantes  (un piloto, un copiloto, dos aeromozas y 2 purser que eran tripulación de cabina).

ÚLTIMA SEÑAL. A las 8:15 de la noche, el piloto Juan Mayta pidió a la torre de control del aeropuerto de Arequipa que ilumine el camino de aterrizaje, luego se supo que el avión se estrelló.

El altímetro de la aeronave falló. Según difundieron las autoridades del siglo XX, el avión estaba a 1000 pies por debajo de la altitud que debía estar. La tripulación creía que volaba a 9500 pies, cuando en realidad estaban a 8644 pies. A esa altura encontraron la quebrada de Ciudad de Dios donde ocurrió el peor accidente de la historia de la aviación peruana.

Era febrero y las lluvias en Arequipa fueron intensas dejando una espesa neblina que algunos especialistas señalan como un factor que contribuyó al siniestro.

RECUPERANDO CUERPOS. El 1 de marzo de 1996, el exfiscal Alfredo Arana Miovich dispuso como jefe del operativo de recojo de cadáveres a su colega y bombero Juan José Álvarez, quien llamó a personal de las Fuerzas Armadas, Cruz Roja, bomberos, policías y demás especialistas de rescate para recuperar los 123 cuerpos que merecían un sepelio digno. Su labor permitió acelerar los trabajos para recuperar a las 123 víctimas.

En esa labor, también participó el soldado del Ejército, Hermes Rodríguez Ticona, tenía apenas 18 años cuando fue delegado con sus compañeros en la tarea de recuperar cuerpos.

“Era bien chiquillo. Estábamos cerca de las faldas del volcán Chachani en un ejercicio militar de sobrevivencia. Ese día (29 de febrero) llovió mucho. En la noche vimos a lo lejos que algo cayó y nuestros líderes nos pidieron salir en marcha para ayudar. Fue increíble, personas decapitadas, totalmente calcinadas, niños, mujeres. muchas vidas perdidas”, recuerda.

Otro momento que no olvida fue que uno de los camiones donde trasladaban los cuerpos se malogró a la altura del mercado El Palomar. “Estábamos con frío y tuvimos que juntarnos en las camillas de los cuerpos para calentarnos, el olor a quemado era terrible”.

SIETE BOLSAS. Según, el exfiscal Arana Miovich, solo 30 cuerpos estaban sin daño, los otros cadáveres estaban carbonizados o desmembrados y siete restos humanos desaparecieron, no se encontró rastro de ellos. 

“Al día siguiente la fiscal de la Nación, Blanca Nélida Colán, llegó a Arequipa y me entregó siete bolsitas, me dijo que las repartiera a los familiares que les hacía falta. No estuve de acuerdo, pero era mi superior. Igual en reunión con las familias les pedí comprensión y brindarles santo sepulcro aunque tal vez no sean sus parientes. Qué penoso, que tal desgracia”, recuerda.

Además, en el lugar del siniestro, también llegaron parientes. Uno de ellos reconoció el anillo de matrimonio de su esposa y solo encontró esa mano. Otro ciudadano encontró la billetera de su hermano y la mitad de su cuerpo.

Otro caso es del sacerdote Jaime Palacios, su amigo Javier Flores Veramendi fue a la zona del accidente después de un mes cuando liberaron la zona. Él encontró parte del saco largo que usaba el padre.

“Hasta ahora no se sabe si enterraron el cuerpo de Jaime o no porque no todos los cuerpos llegaron a ser identificados. Al llegar a la zona fue una experiencia bien fea. Era más de un mes y el lugar todavía era de desgracia. Se veía gran cantidad de recicladores de metal que se llevaban las partes del avión. Al recorrer la zona vi ese saco largo que usaba de una tela muy gruesa y me hizo recordar que era un gran sacerdote que siempre tenía la palabra indicada para aconsejarte”, sollozó.

En Ciudad de Dios 123 historias terminaron abruptamente, sueños, metas, planes truncados. Hoy ese lugar del siniestro tiene una gran cruz recordando a estas víctimas y existe el cementerio El Ángel. Aún muchas familias chilenas llegan a la zona. Algunas prefieren recordar los mejores recuerdos de sus parientes. Es la gran tragedia aérea que nunca será olvidada.

FOTOGRAFÍAS: Fredy Salcedo Llerena

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