Cerro Colorado. Vivir en medio del polvo pocas personas lo han pasado, pero si a eso le sumamos el no tener para alimentarse, se convierte en un drama que nadie debería pasar.
En el Cono Norte, lejos de la modernidad de la ciudad, cientos de personas se las ingenian para hacerle frente a una vida llena de limitaciones y penurias, pues no solo están sin trabajo, sino que también tienen más de 65 años y obviamente ya no hay oferta laboral para ellos.
Junto con este grupo de pobladores están las madres solteras que deben ver por la alimentación de sus niños, no podemos olvidarnos de las personas con discapacidad y otros casos sociales.
Todos ellos tienen en común que no cuentan con los recursos económicos para garantizar su alimentación diaria. Cuando llegó la pandemia del coronavirus la situación se tornó más crítica, pero milagrosamente se formaron las ollas comunes.
Estas organizaciones sociales han sido el soporte de estos pobladores y siguen velando por ellos como lo hacen en la olla común Cristo Rey grupo 32 del sector K de la asociación Las Lomas, allí elaboran todos los días más de 80 raciones y nunca dejan de alimentar a quien los visite.
Estas mujeres no reciben ningún apoyo, pero el ingenio y creatividad hace que puedan preparar los almuerzos que son variados, pero sobre todo con alto contenido nutricional.
Algunos días usan atún que mezclan con fideos y verduras, le agregan algunos condimentos para reforzar el sabor y lo suelen acompañar por un encurtido de rocotos. Los platillos también son complementados con variados caldos y refresco de frutas y/o hierbas.
AVANCES. Inicialmente cocinaban en medio de la tierra, polvo y el incandescente sol, pero poco a poco fueron mejorando sus condiciones hasta lograr construir un ambiente de bloqueta con techo de calamina, piso de concreto e instalación de agua.
La ayuda que recibieron ha contribuido a mejorar las condiciones para que puedan cocinar logrando equiparse con cocina, ollas, utensilios, platos y demás.
En la mayoría de casos todo lo que hoy en día tienen ha sido donaciones de ONG, autoridades, empresarios, así como personas solidarias.
TRABAJO SOCIAL. Las mujeres que forman parte de esta olla común se han organizado para preparar los almuerzos, así todas las mañanas se encuentran en su local, y luego de hacer la limpieza, alistan todos los insumos para el almuerzo de acuerdo a la lista que prepararon para cada semana.
Lo primero es hacer el refresco para que pueda enfriar, luego simultáneamente cocinan el caldo, así como el segundo, puesto que los comensales llegan a almorzar a partir del mediodía.
“Mi junta directiva se va alternando para cocinar y diariamente hacemos unas 85 raciones. Nosotras damos almuerzo a todos los que necesitan así no vivan en esta asociación, así ha sido desde que nos hemos juntado en la pandemia. Es importante que existan las ollas comunes porque tenemos que alimentar a las personas vulnerables de las que nadie se acuerda”, comentó la presidenta de la olla común Cristo Rey grupo 32 del sector K, Ruth Alanoca.
Comentó que solo han recibido insumos del Estado hasta julio, pero al tener clara la responsabilidad que tienen con sus comensales es que decidieron seguir cocinando y para comprar los insumos cobran S/ 6 y con ello entregar un plato de caldo, segundo y refresco. “Nunca hemos esperado ni al Gobierno central ni al municipio ni a nadie, estamos acostumbradas a ver la manera de seguir con la olla común solas”, remarcó.
Saben que tienen una tarea muy importante y a la vez complicada, por ello hicieron el llamado a las personas que quieran apoyarlas con verduras, carne, arroz, aceite o lo que venga por conveniente sin importar la cantidad, ya que todo es bienvenido. Solo deben comunicarse al número de celular de la presidenta 976088837.
“Muchos vecinos han pensado que esta olla común se va a cerrar, pero nosotras tenemos el compromiso de seguir adelante por las personas necesitadas, ellas son el motivo por el cual seguimos subsistiendo”, recalcó Ruth Alanoca.
El loable trabajo social que hacen estas mujeres luchadoras del Cono Norte es agradecido todos los días por los vecinos que gracias a ellas pueden almorzar y solo les piden que no se rindan y sigan adelante.
“Sabemos que lo que se viene no va a ser nada fácil porque las cosas suben constantemente, pero tenemos fe que no nos va a faltar para seguir cocinando, porque nosotras no estamos lucrando con la olla común, solo pensamos en los más pobres”, reflexionó.