Para ayudar a reducir la brecha de jóvenes sin competencias laborales, el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) plantea la capacitación mediante el modelo dual de la mano con los empresarios.
Además, anuncia el relanzamiento de Jóvenes Productivos y del observatorio Ponte en carrera, para conectar la oferta formativa con la demanda laboral, de acuerdo con entrevista al titular del sector, Daniel Maurate.
¿Cómo avanzó el país en materia de generación de empleo hasta octubre del presente año?
–Un resultado lógico es que cuando la producción cae, el empleo también disminuye. En los últimos meses registramos un leve descenso del producto bruto interno (PBI) y, en consecuencia, esto también afecta ligeramente al empleo formal.
La buena noticia, quizá, es que no dejamos de crecer en el empleo en planilla, o sea, las empresas que contratan trabajadores y los registran en su nómina.
Aunque con menos intensidad, pero seguimos incrementando la planilla con trabajadores en la formalidad, lo que es más importante, porque implica un contrato de trabajo con registro en el Ministerio de Trabajo y Promoción del (MTPE) y todos sus beneficios, vacaciones, compensación por tiempo de servicios (CTS), gratificaciones. Entonces, en mi opinión, es el tipo de empleo que debemos promover.
El gran reto es apoyar al subsector de Promoción del Empleo, que básicamente tiene que trabajar con ese 75% de personas que no alcanzaron todavía la formalidad laboral.
Lamentablemente, los indicadores cayeron desde el 2016, en el que la informalidad estaba en 70% y actualmente bordea el 75.6%.
Nuestro sector sufrió un deterioro en sus presupuestos, muchos de los programas desaparecieron; sin embargo, felizmente en el Consejo de Ministros aprobamos un decreto supremo que relanzará Jóvenes Productivos.
También los indicadores económicos mostraron detrimentos, por lo tanto, hay que trabajar arduamente en el sector, para que, de alguna manera, impacten en la productiva del país.
Por lo tanto, la tarea principal del MTPE será trabajar para mejorar la empleabilidad y productividad del capital humano, de tal manera que pueda impactar en las unidades productivas y que estas, a su vez, beneficien a la economía nacional.
Estas acciones son necesarias porque hay una coincidencia entre el crecimiento de la producción del país y la expansión del empleo, que genera mejores condiciones laborales y la caída de pobreza y pobreza extrema.
–¿Cuál es la estrategia para que los jóvenes tengan oportunidades laborales en el país?
–El sector más complicado es el de los jóvenes, porque cerca del 80% están en la informalidad laboral, es decir, ocho de cada diez están fuera de la formalidad.
Esta situación se debe evaluar también en función del número de personas que egresan de los colegios. En el 2022 salieron aproximadamente 460,000 jóvenes de las entidades formativas, de los cuales 340,000 no tuvieron acceso a la educación de ninguna clase (universitaria, institutos técnicos y academias).
Eso significa que 340,000 jóvenes se incorporaron al mercado laboral sin tener competencias y, además, no tuvieron acceso a la educación técnica o superior; por lo tanto, es probable que también ellos constituyan en el futuro familias pobres o de extrema pobreza, porque no podrán alimentar bien a sus hijos, ni enviarlos a buenos colegios.
Lamentablemente, el esfuerzo que realizó el MTPE en capacitación de jóvenes se media por número de personas capacitadas y no por la cantidad de insertados en el mercado laboral, con lo cual no es una formación de calidad.
Incluso, podría traer más frustración a los jóvenes, porque los capacitas y luego no pueden conseguir un empleo o no son insertados en el mercado laboral.
Por tal motivo, trabajamos en la capacitación mediante el modelo dual, es decir, de mano con los empresarios. En ese aspecto, tuvimos felizmente una gran recepción de los representantes de los empleadores.
Me reuní con el presidente y el equipo de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), también con el titular y directivos de la Sociedad Nacional de Industria (SNI), la Asociación de Exportadores (Adex) y la Cámara de Comercio de Lima (CCL).
En esas reuniones, llegamos al consenso de que los servicios del MTPE no tienen sentido si los empleadores no están presentes y activos, porque no se puede crear empleo sin empresas, ni mejorar condiciones laborales sin fortalecer a las unidades productivas.
–Un tema por resolver es la informalidad. ¿Qué medidas impulsa su sector?
–Quizá, el Perú sea uno de los países en el que se registra más autoempleo, es decir, las personas tienen mayor creatividad para generar un ámbito laboral. Somos un país que tiene 95% de la población económicamente activa (PEA) ocupada, mientras que el 5% está desocupada.
La fortaleza de los peruanos es que se ingenian para generar sus recursos y algunos, incluso, escalaron en el autoempleo hasta formalizarse.
Tenemos registrados aproximadamente 600,000 autoempleos que están formalizados, porque ya tienen su Registro Único de Contribuyente (RUC), los que generan, de alguna manera, una economía formal y pagan impuestos.
Esa es también la gran tarea de nuestro sector, es decir, detectar dónde están estos informales, que bordean los 13 millones 400,000. Si no tenemos información de ellos, es un poco difícil hacer políticas públicas. Por tal motivo, actualmente elaboramos una base de datos de estas personas es esa condición laboral.
Por ejemplo, tenemos información de los trabajadores independientes que recibieron bonos, como el documento nacional de identidad (DNI), número de cuenta bancaria. Además, trabajamos con el Banco de la Nación (BN) porque tienen información de toda las personas que recibieron algún tipo de bono.
Con esos datos se evaluará cómo construir un registro de las personas que están en la informalidad para que, a partir de ese punto, establecer también políticas públicas e intentar formalizarlos.
En la actualidad, cuando hablamos de informalidad muchos analistas, académicos tienen en cuenta solo el costo laboral; sin embargo, no tienen presente en su evaluación la productividad del capital humano, que es lo más importante.
El costo laboral es un factor importante, pero en la gran empresa esto será difícil de disminuir significativamente porque tendríamos que quitar las vacaciones, gratificaciones, lo cual es imposible.
Sin embargo, el costo laboral en las pequeñas empresas puede llegar hasta 20% y en las microempresas a 5.6%, lo cual no es tan alto. En esos casos, necesitamos realizar campañas para conocer qué piensan los responsables de estas unidades productivas, dónde están ubicadas y de cómo podemos ayudarlas.
Si el costo laboral es bajo, necesitamos otras medidas adicionales, quizá el aspecto tributario sea alto y entonces se convierte en un cuello de botella que impide formalizarse a estas personas. Con esta información podemos tomar políticas públicas.
Todo eso significa mucha información que nos permitirá tener certeza, efectividad y eficiencia en las políticas públicas.
–Los jóvenes estudian carreras que son poco demandadas en el mercado de trabajo y caen en la inadecuación ocupacional. ¿Cómo puede ayudar el MTPE a canalizar esta fuerza laboral?
–Otro de los problemas, junto con la informalidad, es el tema de la inadecuación ocupacional, que es alto y también se incrementó. En el 2016 era alrededor del 62% y ahora estamos por encima del 64% de jóvenes que están inadecuadamente ocupados.
¿Y eso cómo se traduce? Los jóvenes que estudiaron una carrera no pueden conseguir trabajo en el sector acorde a sus conocimientos, porque esta no tiene demanda laboral o espacio para desarrollarse. Entonces, las personas terminan haciendo cualquier otra actividad menos la vinculada o relacionada con sus estudios.
La explicación es que hay un divorcio entre la oferta formativa y la demanda laboral. Por eso, en el 2015 lanzamos el observatorio Ponte en Carrera, justamente para intentar coordinar esta oferta formativa con la demanda laboral. Es una plataforma web que brinda información confiable y gratuita sobre la oferta formativa y demanda laboral para la mejor toma de decisiones de los jóvenes respecto a su futuro profesional.
Los jóvenes no conocen, por ejemplo, cuáles son las carreras que tienen mayor demanda o más remuneradas, o las que no tienen futuro. Por ello, este observatorio permite informarnos sobre el mercado laboral. Lamentablemente, los cambios de presidentes y ministros ocasionaron que este observatorio esté en el olvido. Ante esta situación, me reuní con la ministra de Educación, Miriam Ponce, para relanzar antes que culmine el año una nueva versión del observatorio Ponte en carrera.
Ello, sumado a la capacitación técnica, otro tema que también es importante porque este observatorio nos permitirá mirar también que hay carreras técnicas que tienen mejor remuneración que las llevadas en las universitarias, sobre todo las vinculadas a la tecnología, robótica.
–¿Cómo incentivar a que las empresas y personas pasen a la formalidad?
–Si no entendemos que este es un problema estructural, difícilmente encontraremos una solución. Las reformas estructurales que resolverán el problema no son de corto plazo, es posible que necesitemos 15 años para obtener resultados concretos. El problema es que como somos un país cortoplacista, la mayoría queremos hacer cosas que nos den resultados en nuestra gestión.
En el MTPE tenemos desde otra óptica, instalamos un equipo talentoso para trabajar seriamente en reformas estructurales tendrán un horizonte de mediano y largo plazo para resolver el problema de la informalidad.
Como lo mencioné en el Congreso de la República, la capacitación, uno de nuestros cuatro ejes es la promoción del capital humano.
Tenemos un capital humano de muy baja productividad y eso se debe a que la mayor parte de los jóvenes no tienen acceso a la educación superior. Egresan de los colegios sin ninguna competencia y se lanzan al mercado laboral con lo que tienen y, en consecuencia, las empresas formales no lo pueden recibir porque no tienen competencias e incursionan en la informalidad.
Si tuvieran un mejor capital humano, mucho más productivo, haríamos también que las empresas sean más productivas y, en consecuencia, se fortalecen y multiplican.
Pero eso, obviamente, significa mirar también experiencias que funcionaron. Por ejemplo, al observar los países de América Latina que tienen mayor formalidad, nos damos cuenta de que tienen una también una fuerte institucionalidad en la capacitación de los jóvenes, como Chile que se maneja dinámicamente mediante franquicias y entidades educativas o capacitadores.
Fuente: Andina